Colombo e o Papa João Paulo II
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Colombo e o Papa João Paulo II
Caros confrades
Colombo, no ano de 1493, no regresso da sua primeira viagem, no meio de uma tempestade, jurou que no caso de se salvar, iria em peregrinação a Santa Maria de la Cinta. O Papa João Paulo II não o esqueceu e passados 500 anos foi a Nossa Senhora de la Cinta.
Entretanto os da sua nação, tal como aconteceu a Jesus, ignoram-no, pura e simplesmente.
VIAJE APOSTÓLICO A ESPAÑA
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN EL SANTUARIO
DE NUESTRA SEÑORA DE LA CINTA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Huelva, lunes 14 de junio de 1993
“El Espíritu Santo descenderá sobre ti” (Lc 1, 35).
1. “Estas palabras que el ángel san Gabriel dirige a María en Nazareth son un eco de las que hemos oído en la primera lectura del profeta Isaías, cuando anuncia que “brotará un renuevo del tronco de Jesé” (Is 11, 1), es decir, de la casa de David. El evangelista san Lucas, en su relato de la anunciación, precisará que la Virgen estaba “ desposada con un varón de nombre José, de la casa de David ” (Lc 1, 27).
María, que por la potencia del Espíritu Santo concebirá y dará a luz un hijo, “que será santo y será llamado Hijo de Dios... porque para Dios nada hay imposible” (Ibíd 1, 35-36), es “la llena de gracia” (Ibíd., 1, 28), la Theotokos, la Madre de Dios, a la que, junto con todos vosotros, amadísimos hermanos y hermanas de la diócesis de Huelva, quiero venerar con esta peregrinación a los Lugares Colombinos, en recuerdo de aquella gloriosa gesta que llevó la luz del Evangelio al Nuevo Mundo.
2. Es para mí motivo de honda satisfacción celebrar esta Eucaristía y encontrarme con los hijos e hijas de la querida Iglesia onubense. Una Iglesia cargada de historia, pues muchos de sus hombres fueron pioneros, hace medio milenio, de aquella gran empresa descubridora y evangelizadora, que convertiría en realidad geográfica y humana la vocación universal –católica– del cristianismo. Deseo agradecer vivamente las amables palabras de bienvenida que vuestro Obispo, Monseñor Rafael González Moralejo, en nombre también del Obispo Coadjutor, de los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles ha tenido a bien dirigirme.
En coincidencia con el V Centenario del descubrimiento y Evangelización de América, se celebraron en esta diócesis, el pasado año, los Congresos XI Mariológico y XVIII Mariano Internacionales, bajo el evocador lema de “María, Estrella de la evangelización” (Evangelii nuntiandi, 82). Ella fue, en efecto, la estrella de aquella gran epopeya misionera que llevó la luz de Cristo a las tierras recién descubiertas. “En el nombre de Dios y de Santa María” –como consta en los escritos de la época– se embarcaron con Colón en el puerto de Palos los valerosos marinos de esta tierra que hicieron de la mar océana un camino para la difusión del Evangelio.
El nombre dulcísimo de Nuestra Señora de la Cinta, cuya venerada imagen nos preside, fue invocado por ellos durante los peligros de la travesía. Y a su santuario del Conquero fueron a postrarse ante ella a la vuelta del viaje descubridor, en homenaje de reconocimiento y gratitud por la protección maternal que les había dispensado la que siempre fue Abogada singular de los marineros onubenses.
3. Venimos, pues, en peregrinación mariana por esta bendita tierra andaluza en una jornada que, con la ayuda de Dios, me llevará también a los pies de la imagen de Nuestra Señora de los Milagros, en el Monasterio de la Rábida, y junto a la Blanca Paloma, como vosotros filialmente la llamáis, en el Santuario de El Rocío. Deseo con ello unirme también yo ahora a la sentida profesión de fe que fueron los últimos Congresos Mariológico y Mariano, y, a la vez, agradecer a “María, Estrella de la evangelización”, su protección maternal en la gloriosa gesta que abrió nuevos caminos al mensaje salvador de su divino Hijo. Quiero venerar a la que “todas las generaciones llaman bienaventurada” (cf. Lc 1, 48) en estos lugares donde el pueblo peregrino de la fe ha experimentado “las maravillas de Dios” (Hch 2, 11) .
Hemos celebrado, con recuerdo agradecido y gozoso, el V Centenario de aquella gran epopeya de los misioneros españoles, a quienes, con mi presencia en Huelva, cuna del descubrimiento, quiero rendir homenaje en nombre de toda la Iglesia. Pero la Iglesia no puede limitarse solamente a la evocación de ese pasado glorioso. La conmemoración de lo acontecido hace cinco siglos es para ella “un llamamiento a un nuevo esfuerzo creador en su evangelización” (Homilía de la misa para la evangelización de los pueblos, n. 6, 11 de octubre de 1984). El recuerdo del pasado ha de servir de estímulo y acicate para afrontar con decisión y coraje apostólicos los desafíos del presente.
4. En la narración de las bodas de Caná, que hemos escuchado en la lectura del evangelio de san Juan, María, acercándose a Jesús, le dice: “No tienen vino” (Jn 2, 3). El rico simbolismo del vino en el lenguaje bíblico nos descubre todo el alcance de la súplica de María a Jesús: falta la manifestación del poder de Dios, no tienen el vino bueno del Evangelio. María aparece así como portavoz de Israel y de la humanidad entera que espera la manifestación salvadora del Mesías, que está sedienta del Evangelio, que aguarda con impaciencia la Verdad y la Luz que sólo de Cristo puede recibir. Ese es el vino nuevo, vino mejor que el que se echó en falta. En Caná se nos muestra así “la solicitud de María por todos los hombres, al ir a su encuentro en toda la gama de sus necesidades” (Redemptoris Mater, 21).
“No tienen vino” (Jn 2, 3). Con estas mismas palabras María se dirige hoy a una sociedad como la nuestra, que, pese a sus hondas raíces cristianas, ha visto difundirse en ella los fenómenos del secularismo y la descristianización, y “reclama, sin dilación alguna, una nueva evangelización” (Christifideles laici, 4). La Iglesia, que tiene en la evangelización su “dicha y vocación propia..., su identidad más profunda” (Evangelii nuntiandi, 14), no puede replegarse en sí misma. Ha de escuchar y hacer suya la súplica de María, que sigue intercediendo como madre en favor de los hombres, que, sean conscientes o no de ello, tienen sed del “ vino nuevo y mejor ” del Evangelio. Los signos de descristianización que observamos no pueden ser pretexto para una resignación conformista o un desaliento paralizador; al contrario, la Iglesia discierne en ellos la voz de Dios que nos llama a iluminar las conciencias con la luz del Evangelio.
5. Es cierto que el hombre puede excluir a Dios del ámbito de su vida. Pero esto no ocurre sin gravísimas consecuencias para el hombre mismo y para su dignidad como persona. Vosotros lo sabéis bien: el alejamiento de Dios lleva consigo la pérdida de aquellos valores morales que son base y fundamento de la convivencia humana. Y su carencia produce un vacío que se pretende llenar con una cultura –o más bien, pseudocultura– centrada en el consumismo desenfrenado, en el afán de poseer y gozar, y que no ofrece más ideales que la lucha por los propios intereses o el goce narcisista.
El olvido de Dios, la ausencia de valores morales de los que sólo Él puede ser fundamento, están también en la raíz de sistemas económicos que olvidan la dignidad de la persona y de la norma moral, poniendo el lucro como objetivo prioritario y único criterio inspirador de sus programas. Dicha realidad de fondo no es ajena a los penosos fenómenos económico–sociales que repercuten en tantas familias, como es la tragedia del paro –que muchos de vosotros conocéis por dolorosa experiencia–, y que lleva a numerosos hombres y mujeres –privados de ese medio de realización personal que es el trabajo honrado– a la desesperación o a engrosar las filas de los marginados sociales.
6. El alejamiento de Dios, el eclipse de los valores morales ha favorecido también el deterioro de la vida familiar, hoy profundamente desgarrada por el aumento de las separaciones y divorcios, por la sistemática exclusión de la natalidad –incluso a través del abominable crimen del aborto–, por el creciente abandono de los ancianos, tantas veces privados del calor familiar y de la necesaria comunión intergeneracional. Todo este fenómeno de obscurecimiento de los valores morales cristianos repercute de forma gravísima en los jóvenes, objeto hoy de una sutil manipulación, y no pocos de ellos víctimas de la droga, del alcohol, de la pornografía y de otras formas de consumismo degradante, que pretenden vanamente llenar el vacío de los valores espirituales con un estilo de vida “orientado a tener y no a ser, y que quiere tener más no para ser más, sino para consumir la existencia en un goce que se propone como fin en sí mismo” (Centesimus annus, 36. La idolatría del lucro y el desordenado afán consumista de tener y gozar son también raíz de la irresponsable destrucción del medio ambiente, por cuanto inducen al hombre a “disponer arbitrariamente de la tierra, sometiéndola sin reservas a su voluntad, como si ella no tuviese una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede desarrollar ciertamente, pero que no debe traicionar” (Ibíd., 37).
7. Es el clamor de esta sociedad necesitada de la luz y de la verdad del Evangelio lo que traen a nuestra mente las palabras de María: “No tienen vino” (Jn 2, 3). Urge, pues, un nuevo esfuerzo creador en la evangelización de nuestro mundo. El reto es decisivo y no admite dilaciones ni esperas. Ni hay motivos para el desaliento, pues, por muchas que sean las sombras que oscurecen el panorama, son más los motivos de esperanza que en él se vislumbran: vuestras propias raíces cristianas, vuestra fe en Jesucristo, vuestra devoción a su divina Madre. De ello habéis de sacar las energías capaces de dar impulso a la nueva evangelización. Por eso repito hoy a la comunidad cristiana de Huelva aquellas palabras que, durante mi primera visita pastoral a España, dirigí desde Santiago de Compostela a Europa entera: “Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes” (Discurso en Santiago de Compostela, n. 4, 9 de noviembre de 1982).
Un nuevo esfuerzo creador en la evangelización de nuestro mundo es empresa para la que se necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas. Conozco bien la penuria de vocaciones de vuestra Iglesia onubense. Por eso, desde aquí hago un llamamiento a vosotros y vosotras, jóvenes de Huelva: ¡Sed generosos! ¡no hagáis oídos sordos a la voz de Cristo si os llama a seguirle en el ministerio sacerdotal o en la vida religiosa! La Iglesia necesita apóstoles profundamente enraizados en Dios y conocedores, al mismo tiempo, del corazón del hombre, solidarios de sus alegrías y esperanzas, angustias y tristezas, anunciadores creíbles de propuestas de vida cristiana que sean capaces de dar un alma nueva a la sociedad actual.
8. La nueva evangelización necesita también de un laicado adulto y responsable. En la misión evangelizadora, los laicos “tienen un puesto original e irreemplazable: por medio de ellos la Iglesia de Cristo está presente en los más variados sectores del mundo, como signo y fuente de esperanza y de amor” (Christifideles laici, 17). La evangelización no debe limitarse al anuncio de un mensaje, sino que pretende “alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la Palabra de Dios y con su designio de salvación” (Evangelii nuntiandi, 19). Según esto, no debemos seguir manteniendo una situación en la que la fe y la moral cristianas se arrinconan en el ámbito de la más estricta privacidad, quedando así mutiladas de toda influencia en la vida social y pública. Por eso, desde aquí animo a todos los fieles laicos de España a superar toda tentación inhibicionista y a asumir con decisión y valentía su propia responsabilidad de hacer presente y operante la luz del Evangelio en el mundo profesional, social, económico, cultural y político, aportando a la convivencia social unos valores que, precisamente por ser genuinamente cristianos, son verdadera y radicalmente humanos.
9. Queridos hermanos y hermanas onubenses: Estamos reunidos aquí para celebrar la Eucaristía en torno a la imagen de Nuestra Señora de la Cinta, vuestra patrona. A diario, desde su santuario del Conquero, ella hace llegar a nuestros oídos la súplica dirigida a su Hijo en las bodas de Caná: “No tienen vino” (Jn 2, 3). Pero ella también nos repite las palabras que dirigió a los sirvientes y que son como su testamento: “Haced lo que Él os diga” (Ibíd., 2, 5). El objetivo de la evangelización no es otro que éste: acoger la palabra de Cristo en la fe, seguirla en la vida de cada día, hacer de ella la pauta inspiradora de nuestra conducta individual, familiar, social y pública. Permitidme que os lo recuerde con las mismas y apremiantes palabras con que comencé mi ministerio al servicio de la Iglesia universal: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid, de par en par, las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas tanto económicos como políticos, los dilatados campos de la cultura, de la civilización, del desarrollo" (Discurso al comenzar el pontificado, 22 de octubre de 1978).
La venerable imagen de Nuestra Señora de la Cinta, que hoy nos preside, se remonta al tiempo del descubrimiento de América y es rica de contenido histórico y salvífico. Ella ha sido testigo de esa historia de gracia y de pecado –como todo lo humano– que fue la epopeya del Nuevo Mundo. Pero, con palabras de san Pablo, decimos que “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20). La narración del milagro de las bodas de Caná de Galilea donde, por intercesión de su Madre, Jesús convirtió el agua en vino, simboliza, en cierto modo, el insondable misterio del hombre, necesitado siempre del poder mesiánico de Cristo que lo transforme, que lo convierta en ese “vino nuevo” que el maestresala descubrió sorprendido.
Ella, a la que invocamos como Omnipotentia supplex, intercederá ante su divino Hijo, como en las bodas de Caná, para que nada nos falte. Sabemos que su intercesión llega misteriosamente incluso hasta donde no nos atrevemos a pedir; como dice la liturgia “quod conscientia metuit et oratio non praesumit” (Oratio «Collecta» in Domenica XXIV per Annum). Ella sabe que “para Dios no hay nada imposible” (Lc 1, 37), pues, en las manos divinas, ha sido dócil instrumento en la historia de la salvación. Conociendo la infinita potencia de la gracia de la Redención –mediante la Cruz y la Resurrección de su propio Hijo– Ella, la Theotokos, puede decir a todos y cada uno: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5). ¡Todo lo que Él os diga!
Que María, Nuestra Madre, os proteja y acompañe siempre en vuestro caminar, y os conduzca a Cristo, que es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Ibíd., 14, 6). Amén.
* * *
Al final de la Santa Misa, Juan Pablo II dirigió a los fieles de Huelva estas palabras.
Queridos hermanos y hermanas de Huelva, junto a vuestro Obispo Rafael quiero agradecer a la Providencia Divina por el Concilio Vaticano II. Esta conmemoración me viene porque hemos participado juntos en este gran acontecimiento de la Iglesia en este siglo y también para la preparación de la Nueva Evangelización en perspectiva del Tercer Milenio. Aquí, en este lugar muy sugestivo, donde tuvo sus inicios la evangelización del Nuevo Mundo, hace cinco siglos, hoy hemos alzado la voz al Señor de la Historia, por la Nueva Evangelización de todo el mundo, de todos los países, de nuestras patrias europeas, del Nuevo Mundo, de todos los continentes.
Muy agradecido. Expreso a todos vosotros un agradecimiento por vuestra participación, vuestra preparación y la participación de hoy en esta grande plegaria misionera.
Sea alabado Jesucristo.
© Copyright 1993 - Libreria Editrice Vaticana
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
Caros confrades
Colombo esteve sempre no pensamento do Papa Paulo II. Ele sabia sempre perguntar para fazer despertar o Mundo:
"Quem sabia então da existência de outro grande continente a Oeste do Oceano Atlântico?"
"O descobrimento da América, que deu início a uma Nova Era na história da humanidade, constitui sem dúvida um elemento qualificante na avaliação do milénio que termina."
TE DEUM : HOMILIA DO PAPA
NA CERIMÓNIA REALIZADA NA BASÍLICA DE SÃO PEDRO
31 de Dezembro de 1999
1. "Ao chegar a plenitude dos tempos, Deus enviou o Seu Filho, nascido de mulher" (Gl 4, 4).
O que é "a plenitude dos tempos" de que fala o Apóstolo? A experiência faz-nos constatar que o tempo passa inexorável. Ao correr do tempo estão submetidas todas as criaturas; somente o homem, porém, se dá conta do próprio passar no tempo. Ele percebe que ao fluir dos dias está ligada a sua história pessoal.
Consciente do próprio "passar", a humanidade escreve a sua história: a história dos indivíduos, dos Estados e dos continentes, das culturas e das religiões. Nesta tarde perguntamo-nos: o que sobretudo caracterizou o milénio que agora caminha para o final? Como se apresentava, há mil anos, a geografia dos países, a situação dos povos e das nações? Quem sabia então da existência de outro grande continente a Oeste do Oceano Atlântico? O descobrimento da América, que deu início a uma nova era na história da humanidade, constitui sem dúvida um elemento qualificante na avaliação do milénio que termina.
Também este último século foi caracterizado por profundas e às vezes rápidas transformações, que incidiram na cultura e nas relações entre os povos. Basta pensar nas duas oprimentes ideologias, responsáveis por inúmeras vítimas, que nelas se consumiram. Quantos sofrimentos, quantos dramas! Mas também quantas conquistas exaltantes! Estes anos, confiados pelo Criador à humanidade, trazem consigo os sinais dos esforços do homem, das suas derrotas e vitórias (cf. Gaudium et spes, 2).
O perigo maior, nesta viragem de época, talvez seja que "muitíssimos dos nossos contemporâneos são incapazes de discernir os valores verdadeiramente perenes e de os harmonizar com os novamente descobertos" (Gaudium et spes, 4). Eis um grande desafio para nós, homens e mulheres que nos preparamos para entrar no Ano 2000.
2. "Ao chegar a plenitude dos tempos!". A liturgia fala-nos da "plenitude dos tempos" e ilumina-nos sobre o conteúdo dessa "plenitude". Na história da grande família humana, Deus quis introduzir o seu Verbo eterno, fazendo com que Ele assumisse uma humanidade como a nossa. Foi mediante o evento sublime da Encarnação que o tempo humano e cósmico atingiu a própria plenitude: "Ao chegar a plenitude dos tempos, Deus enviou o Seu Filho, nascido de mulher... para que recebêssemos a adopção de filhos" (Gl 4, 4-5). Eis o grande mistério: a Palavra eterna de Deus, Verbum Patris, tornou-se presente nos eventos de que se compõe a história terrena do homem. Com a encarnação do Filho de Deus, a eternidade entrou no tempo, a história do homem abriu-se a uma transcendente realização no absoluto de Deus.
Assim é oferecida ao homem uma perspectiva impensável: ele pode aspirar a ser filho no Filho, herdeiro com Ele do mesmo destino de glória. A peregrinação da vida terrena é, portanto, um caminho que acontece no tempo de Deus. A meta é o próprio Deus, plenitude do tempo na eternidade.
3. Aos olhos da fé, o tempo reveste-se assim de um significado religioso, e isto mais ainda no decurso do Ano jubilar há pouco iniciado. Cristo é o Senhor do tempo. Cada instante do tempo humano está sob o sinal da redenção do Senhor que entrou, uma vez para sempre, na "plenitude dos tempos" (cf. Tertio millennio adveniente, 10). Nesta perspectiva, damos graças a Deus por aquilo que aconteceu no decurso deste ano, deste século e deste milénio. De modo especial, queremos agradecer os constantes progressos no mundo do espírito. Damos graças pelos santos deste milénio: os que foram elevados às honras dos altares e aqueles, ainda mais numerosos, a nós desconhecidos, que tornaram santo o tempo com a sua fiel adesão à vontade de Deus. Damos graças também por todas as conquistas e os sucessos conseguidos pela humanidade, nos campos científico e técnico, artístico e cultural.
No que se refere à Diocese de Roma, queremos dar graças pelo itinerário espiritual percorrido nos anos passados e pela realização da Missão da Cidade em vista do Grande Jubileu. Volto a pensar na noite de 22 de Maio, vigília do Pentecostes, para que esta singular experiência pastoral se torne, no novo milénio, forma e modelo da vida e da pastoral da Igreja, em Roma e em tantas outras cidades e regiões do mundo, ao serviço da nova evangelização.
Ao elevarmos a nossa gratidão a Deus, sentimos ao mesmo tempo a necessidade de implorar a misericórdia sobre o milénio que termina. Pedimos perdão porque não raro, infelizmente, as conquistas da técnica e da ciência, tão importantes para o autêntico progresso humano, foram usadas contra o homem: Miserere nostri, Domine, miserere nostri!
4. Transcorreram dois mil anos desde que "o Verbo Se fez homem e habitou entre nós, e nós vimos a Sua glória, glória que Lhe vem do Pai, como Filho único cheio de graça e de verdade" (Jo 1, 14). Por isto, eleva-se em coro o cântico do nosso louvor reconhecido: Te Deum laudamus.
Nós Vos louvamos, Deus da vida e da esperança.
Nós Vos louvamos, Cristo, Rei da glória, Filho eterno do Pai.
Vós, nascido da Virgem Mãe, sois o nosso Redentor, tornastes-Vos nosso irmão para a salvação do homem e vireis na glória para julgar o mundo no final dos tempos.
Vós, Cristo, fim da história humana, sois o ponto focal das expectativas de todo o ser humano.
A Vós pertencem os anos e os séculos. Vosso é o tempo, ó Cristo, que sois o mesmo ontem, hoje e sempre.
Amém!
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
José Maria
"A experiencia faz-nos constactar que o tempo passa inexorável. Ao correr dos tempos estão submetidas todas as criaturas; somente o homem, porém, se dá conta do próprio passar no tempo. Ele percebe que ao fluir dos dias está ligada a sua história pessoal.
Consciente do próprio "passar", a humanidade escreve a sua história...."
( João Paulo II)
Será que esta é uma consciência profunda, sentida?
Será que a humanidade, particularmente aqueles que se arrogam seus representantes, sabe que dos seus actos, depende a vida e a morte de todos os outros?
Ou será que é apenas a percepção superficial, do limite temporal que nos condiciona?
E trágicamente, caminhamos afogados em mentiras, mil vezes repetidas, a anos-luz, do Papa João Paulo II.
Como irremediávelmente, Portugal se perdeu, há quinhentos anos, da Luz de Colombo.
AIRMID
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
Cara AIRMID
"Como irremediavelmente, Portugal se perdeu, há quinhentos anos, da Luz de Colombo."
Infelizmente, assim aconteceu, foi uma noite longa, muito longa, mas parece que os primeiros raios de Sol, começam a iluminar o Faro a Colombo em S. Domingos.
CRISTO ES TU FARO LUMINOSO, TU GOZO Y TU ESPERANZA!!!
VIAJE APOSTÓLICO A SANTO DOMINGO
MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
GRABADO EN EL «FARO A COLÓN»
Santo Domingo, lunes 12 de octubre 1992
¡América Latina! como Sucesor de Pedro y Obispo de Roma yo te saludo en el V Centenario de tu evangelización, recordando aquel año 1492 en que las naves de España, guiadas por Colón, llevaron a esas tierras fecundas la semilla del Evangelio, haciendo también realidad el encuentro de dos mundos.
Doy gracias por ti a Dios nuestro Padre, por tus hijos e hijas, tus milenarias culturas y saberes, cantos y danzas, artes y técnicas.
Por la variedad de tus climas y paisajes, tus llanuras inmensas y las selvas tropicales, las poderosas venas de tus ríos, el mar que te rodea las altas cumbres que se elevan al cielo.
Doy gracias, sobre todo, por tus 500 años de fe cristiana. En las aguas bautismales naciste a una nueva vida, injertándote en el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, arca de salvación y casa común de cuantos invocan a Dios como Padre.
Tu apertura a la gracia y tu acogida a la Palabra de vida te hicieron pasar de las tinieblas a aquella luz admirable que, en tus santos y santas, es faro radiante que, desde la Iglesia, ilumina al mundo.
¡América del tercer milenio cristiano sé siempre fiel a Jesucristo! Sé digna de aquellos abnegados misioneros que en ti plantaron la simiente de la fe. Ábrete más y más con humildad y amor, a la Buena Nueva que libera y salva. Resiste firmemente a los embates del mal y a la tentación de la violencia. Avanza, entre gozos y lágrimas, hacia la anhelada civilización del amor.
¡Iglesia de América! ¡Iglesia de Cristo en América! Anuncia con ardor y valentía la nueva evangelización para que el mensaje de las Bienaventuranzas se haga vida y cultura entre tus pueblos y tus gentes. Sostén la fidelidad de los esposos y la armonía en las familias, la integridad de los jóvenes y la inocencia de los niños. Sé voz de los que no tienen voz, la abogada de los pobres, el refugio de los necesitados.
Avanza, América, hacia Cristo, Redentor del hombre y Señor de la historia. Te precede María, estrella de los mares, refugio de navegantes, puerto de salvación. Te impulsa el viento del Espíritu, que guía la nave de la Iglesia, como antaño condujo a tus playas la carabela « Santa María » bajo la mano firme de Cristóbal Colón. Camina presurosa hacia los cielos nuevos y la tierra nueva para escribir, con la palabra y la gracia de Cristo, nuevas páginas en tu historia de salvación.
¡América Latina, América cristiana, Cristo es tu faro luminoso, tu gozo y tu esperanza!
¡Bendita seas, América!
IOANNES PAULUS PP. II
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
Caros Confrades
CRISTÓVÃO COLOMBO NÃO SE EQUIVOCOU QUANDO, CONTEMPLANDO O IMENSO CAUDAL DO ORINOCO, VENDO A RIQUEZA E A EXUBERÃNCIA DESSAS TERRAS PENSOU QUE SE ENCONTRAVA PERANTE « OUTRO MUNDO ONDE SE PODE SEMEAR A NOSSA FÉ» (Carta aos Reis católicos sobre a sua terceira viagem).
CARTA DO PAPA JOÃO PAULO II
AOS BISPOS, SACERDOTES,
RELIGIOSOS, RELIGIOSAS E LEIGOS
DA VENEZUELA
Queridos Irmãos no Episcopado,
sacerdotes religiosos, religiosas e fiéis da Venezuela
1. É para mim motivo de grande júbilo dirigir-vos uma cordial saudação e unir-me espiritualmente à celebração eucarística que vos congrega em Cumaná, para comemorar o V Centenário da Evangelização na Venezuela. É justo que se evoque tão significativo acontecimento e é por isso que me sinto particularmente próximo de vós, para dar graças ao Senhor pelas abundantes dádivas recebidas durante estes cinco séculos, bem como pelos copiosos frutos de vida cristã que Ele tem suscitado nas várias Comunidades eclesiais do vosso País. A presente comemoração, que tem como acto principal a Santa Missa, constitui uma nova chamada do Senhor a participarmos devidamente preparados no seu banquete (cf. Lc 14, 15ss.), para o qual todos estão convidados.
2. A evangelização da Venezuela foi uma obra colossal, realizada com escassez de recursos e de pessoal, mas o seu fruto penetrou tão profundamente no tecido nacional que fez da fé católica uma característica essencial da identidade venezuelana. Cristóvão Colombo não se equivocou quando, contemplando o imenso caudal do Orinoco, vendo a riqueza e a exuberância dessas terras, pensou que se encontrava perante «outro mundo onde se pode semear a nossa fé» (Carta aos Reis católicos sobre a sua terceira viagem). Assim, com a chegada do Evangelho começava uma gloriosa etapa da sua vida nacional. A hierarquia eclesiástica estabeleceu-se muito cedo, com Rodrigo de Bastidas (1532- 1542), primeiro Bispo da Venezuela, que a partir da sede episcopal de Santa Ana de Coro dá início à série de Pastores que animaram a vida das Comunidades que se foram implantando nessa Nação, e assim a Igreja, presidida pelos Bispos, com a ajuda insubstituível dos sacerdotes e com a valiosa contribuição das Ordens e Congregações religiosas, levou a cabo a sua missão de maneira insigne, prolongando-a até hoje em fidelidade ao mandato recebido do Senhor.
3. Hoje, queridos pastores e fiéis da Venezuela, como herdeiros da fé, da esperança e do ardor apostólico dos vossos pais na fé, compete a vós dar-lhe continuidade no novo contexto histórico. Sede, pois, ardentes testemunhas de Jesus Cristo, como foram os agentes da primeira evangelização, sensíveis à cultura que vos circunda e receptivos perante os problemas e as angústias de quem convive convosco. Como eles fizeram, consolidai também vós os genuínos valores morais e sede construtores de uma nova e autêntica cultura cristã.
Por isso, desejo encorajar-vos a manter sempre vivo o património espiritual que, como dom precioso, recebestes dos vossos antepassados e dos primeiros evangelizadores. As vossas Comunidades eclesiais são chamadas a descobrir a graça do momento actual. Buscai o essencial e dedicai-lhe as melhores energias em profunda unidade de espírito, a fim de que o mundo acredite (cf. Jo 17, 21): unidade entre Pastores e fiéis; unidade entre as diversas Igrejas particulares; unidade na comunhão hierárquica. Desta forma o Espírito Santo, ao qual estamos a dedicar este segundo ano de preparação para o Grande Jubileu do Ano 2000, vos animará e iluminará nesta nova etapa de renovação cristã que estais a empreender.
4. Com estes ardentes votos, recordando com afecto as minhas duas Viagens apostólicas em 1985 e em 1996, quando tive a oportunidade de constatar a presença do Evangelho no meio desse querido povo e de o animar a vivê-lo com maior plenitude, invoco sobre cada um de vós a constante protecção de Nossa Senhora de Coromoto e a intercessão da Beata Maria de São José, a primeira venezuelana que foi elevada às honras dos altares, a fim de que vos ajudem a ser fiéis seguidores de Cristo, e para estardes sempre unidos pelo vínculo da caridade, enquanto vos concedo com todo o afecto a Bênção Apostólica.
Vaticano, 22 de Julho de 1998.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
VIAGEM APOSTÓLICA DO PAPA JOÃO PAULO II
À REPÚBLICA DOMINICANA, MÉXICO E BAHAMAS
DISCURSO DO SANTO PADRE
NO AEROPORTO DE SÃO DOMINGOS
Quinta-feira, 25 de Janeiro de 1979
Senhor Presidente,
Irmãos no Episcopado,
irmãos e irmãs
DOU GRAÇAS A DEUS POR ME HAVER PERMITIDO CHEGAR A ESTA PORÇÃO DE TERRA AMERICANA, TERRA AMADA DE COLOMBO, NA PRIMEIRA ETAPA DA MINHA VISITA A UM CONTINENTE PARA O QUAL TANTAS VEZES TEM VOADO O MEU PENSAMENTO, cheio de estima e de confiança, sobretudo neste período inicial do meu ministério de Supremo Pastor da Igreja.
O desejo do passado torna-se realidade com este encontro, no qual com afecto entusiasta participam — e tantos outros o terão desejado — tão numerosos filhos desta querida terra dominicana, em cujo nome, bem conto no Seu próprio, Vossa Excelência, Senhor Presidente, quis dar-me as cordiais boas-vindas com significativas e nobres palavras. A elas correspondo com sentimentos de sincero apreço e profunda gratidão, testemunho do amor do Papa para com os filhos desta hospitaleira Nação.
Porém, nas palavras ouvidas e no acolhimento jubiloso que hoje me tributa o povo dominicano sinto também a voz, longínqua mas presente, de tantos e tantos outros filhos de todos os Países da América Latina, que desde as terras mexicanas até ao extremo sul do continente se sentem unidos ao Papa por vínculos singulares, que tocam os âmbitos mais recônditos do seu ser de homens e de cristãos. A todos e a cada um destes Países e a seus filhos chegue a mais cordial saudação, a homenagem de respeito e de afecto do Papa, a sua admiração e o seu apreço pelos estupendos valores de história e cultura que albergam, o desejo de unia vida individual, familiar e comunitária de crescente bem-estar humano, num clima social de moralidade, de justiça para todos, de cultivo intenso dos bens do espírito.
Traz-me a estas terras um acontecimento de grandíssima importância eclesial. Chego a um Continente, onde a Igreja veio deixando sulcos profundos que penetram no mais íntimo da história e do carácter de cada povo. Venho a esta viva porção eclesial, a mais numerosa, parte vital para o futuro da Igreja católica, que entre maravilhosas realizações não isentas de sombras, entre dificuldades e sacrifícios dá testemunho de Cristo e hoje quer responder ao desafio do momento actual, propondo unta luz de esperança, para já e para depois, através da sua obra de anúncio da Boa Nova, que se concretiza no Cristo Salvador, Filho de Deus e Irmão primeiro dos irmãos que são os homens.
O Papa quer estar perto desta Igreja evangelizadora, para dar alento ao seu esforço, para trazer nova esperança à sua esperança, para a ajudar a discernir melhor os seus caminhos, potenciando ou modificando o que for bom que modifique ou potencie para que ela seja cada vez mais fiel à sua missão: aquela que recebeu de Jesus, a de Pedro e seus Sucessores, a dos Apóstolos e dos seus continuadores.
E dado que a visita do Papa se propõe ser urna empresa do evangelização, desejei chegar aqui seguindo a rota que, aquando da descoberta do Continente, traçaram os primeiros evangelizadores: os Religiosos que vieram anunciar Cristo Salvador, defender a dignidade dos indígenas, proclamar os seus direitos invioláveis, favorecer a sua promoção integral, ensinar a fraternidade cones homens e conto filhos do mesmo Senhor e Pai. Deus.
Este é um testemunho de reconhecimento que quero tributar aos artífices daquela admirável gesta evangelizadora, nesta mesma terra do Novo Mundo onde se ergueu a primeira cruz, se celebrou a primeira Missa, se recitou a primeira Ave-Maria, e donde, entre diversas vicissitudes, partiu a irradiação da fé para outras ilhas vizinhas e dali para a terra firma.
Deste evocador lugar do Continente, terra de fervoroso amor à Virgem Maria e de ininterrupta devoção ao Sucessor de Pedro, o Papa quer reservar a sua lembrança e a sua mais entranhada saudação aos pobres, aos camponeses, aos doentes e marginalizados, que sentem próxima a Igreja, que a amam, que seguem a Cristo mesmo por entre obstáculos, e que, com admirável sentido humano, põem em prática a solidariedade, a hospitalidade, a alegria honesta e esperançada, para a qual Deus tem preparado o prémio.
Pensando no maior bem destes povos bons e generosos, acalento a esperança de que os responsáveis, os católicos e os homens de boa vontade da República Dominicana e de toda a América Latina, hão-de empregar as suas melhores energias, e abrir as fronteiras da sua criatividade, para edificarem um mundo mais humano e ao mesmo tempo mais cristão. Este é o apelo que o Papa vos dirige neste primeiro encontro na vossa terra.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
PAPA JOÃO PAULO II
ANGELUS
Domingo, 11 de Fevereiro de 1979
Queridos Irmãos e Irmãs
Permiti que volte ainda ao grande acontecimento que, para mim, foi a viagem ao México; tanto mais que a Conferência do Episcopado Latino-americano, em Puebla, prossegue ainda os seus trabalhos cujo fim é iminente. AQUELA VIAGEM ENCERRA EM SI MUITOS TEMAS QUE SERÁ NECESSÁRIO DESENVOLVER E ATÉ MESMO, EM CERTOS CASOS, RETOMAR AO INÍCIO.TODA ESTA VIAGEM FICOU PROFUNDAMENTE GRAVADA NO MEU ESPÍRITO E NO MEU CORAÇÃO, DESDE A CHEGADA A SÃO DOMINGOS, ONDE ANCOROU PELA PRIMEIRA VEZ CRISTÓVÃO COLOMBO, ONDE PELA PRIMEIRA VEZ FOI CELEBRADA MISSA A SANTA MISSA NO "NOVO MUNDO" E ONDE FOI ERIGIDA A PRIMEIRA SEDE EPISCOPAL.
Hoje, todavia, desejo sobretudo falar do meu encontro com os doentinhos. Tal encontro efectuar-se-á na Basílica de São Pedro, hoje à tarde, enquanto tenho ainda no espírito e no coração todos os encontros com os doentinhos do México, e, em particular, o que se realizou na igreja dos Padres Dominicanos em Oaxaca.
Estou grato a todos os que organizaram aquele encontro: aos sacerdotes, aos médicos e aos encarregados do serviço sanitário. Graças a eles pude aproximar-me de tantos doentes, meus irmãos e irmãs, em terra mexicana. Pude pousar a minha mão sobre a sua cabeça, pude pronunciar uma palavra de compaixão, de conforto, e pude pedir-lhes a sua oração.
Eu confio muito na oração dor doentes, na intercessão, junto de Deus, daqueles que sofrem. Eles estão tão perto de Cristo! E eu aproximo-me deles, consciente de que Cristo está presente neles.
O sofrimento do próximo, o sofrimento de outro homem em tudo igual a mim, suscita sempre naqueles que não sofrem, um certo mal-estar, quase uma sensação de embaraço. Surge instintivamente uma pergunta: porquê ele, e não eu? Não é licito subtrair-se a esta interrogação, que é a expressão elementar da solidariedade humana. Julgo ser esta solidariedade fundamental que criou a medicina e todo o serviço sanitário na sua evolução histórica até aos nossos dias.
Devemos, por conseguinte, deter-nos perante o sofrimento, perante o homem que sofre, para descobrir este laço essencial entre o meu e o seu "eu" humano. Devemos deter-nos perante o homem que sofre, a fim de lhe provar, a ele, e, quanto possivel, juntamente com ele, toda a dignidade do sofrimento, toda a majestade, diria, do sofrimento. Devemos inclinar a cabeça diante de irmãos ou irmãs que são débeis e indefesos, privados, exactamente, daquilo que nos foi concedido e de que usufruímos cada dia.
Estes são apenas alguns aspectos daquela grande prova que tanto custa ao homem, mas que ao mesmo tempo o purifica, como também purifica aquele que procura ser solidário com o próximo, coro o "eu" humano que sofre.
Cristo disse: "Adoeci e visitastes-Me" (Mt. 25, 36). Rezemos hoje por todos os doentinhos que encontrei nos caminhos da minha viagem ao México, e também por aqueles, ainda mais numerosos, com quem não pude encontrar-me; rezemos também por aqueles que hoje tomarão parte na Missa na Basílica de São Pedro e por todos aqueles que sofrem, onde quer que se encontrem.
Somos vossos devedores, queridíssimos irmãos e irmãs que sofreis. O Papa é-vos devedor!
Rezai por nós!
Além disso, o meu pensamento vai para o Santuário de Lurdes, porque hoje comemora-se o aniversário da primeira visão de Santa Bernadette; e porque, como já sabeis, precisamente ali terá lugar o próximo Congresso Eucarístico Internacional, que será celebrado no ano de 1981, sobre o tema empenhativo: "Jesus Cristo, pão partido para a salvação do mundo".
Também esta iniciativa, por conseguinte, recomendo calorosamente as vossas orações, ao mesmo tempo que todos juntos invocamos Nossa Senhora.
* * *
Depois do Angelus
Hoje também faz cinquenta anos que foram assinados os Pactos de Latrão, entre a Santa Sé e a Itália. Um dos Pactos, como sabeis, é o Tratado que constituiu o Estado da Cidade do Vaticano, restituindo assim ao Papa e aos seus órgãos de governo apostólico, a plena e visível independência em relação à Itália e a todos os povos do mundo, a fim de que a acção de Mestre e de Pastor que compete ao Sucessor de Pedro para com todos os crentes, possa ser e mostrar-se cada vez mais livre, imparcial e supernacional. O outro Pacto é a Concordata que regula as questões que interessam a vida da Igreja no âmbito do Estado italiano, e em particular a plena liberdade religiosa, a vida das instituições católicas, o reconhecimento do matrimónio religioso, e o ensino da religião nas escolas.
Neste momento, o meu pensamento reverente e grato vai para a memória do grande Pontífice Pio XI, que desejou a feliz solução da Questão Romana, e que, com a Concordata, se preocupou com o bem espiritual da Nação italiana e em particular da juventude.
Rezemos por esta figura de grande Papa e dos outros insignes Pontífices que lhe sucederam; rezemos por que a desejada revisão da Concordata seja levada em breve a feliz termo, como espero, e como desejaram ardentemente Paulo VI e João Paulo I, e por que à Itália sejam sempre preservados os tesouros da sua fé bimilenária, da liberdade e da paz religiosa.
Ainda uma saudação.
Estão aqui presentes mais de mil Religiosas que participam, em Roma, numa Reunião da Federação Italiana das Religiosas Educadoras sobre os problemas da escola materna. Tal Reunião é também una resposta concreta aos convites da ONU para o Ano Internacional da Criança. A elas, às Religiosas, e a todas as crianças das escolas maternas, concedo do coração uma especial Bênção.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
JOÃO PAULO II
Discurso na Cerimónia de Chegada, no aeroporto de Havana
21 de Janeiro de 1998
Senhor Presidente
Senhor Cardeal e Irmãos
no Episcopado
Excelentíssimas Autoridades
Membros do Corpo Diplomático
Amadíssimos Irmãos e Irmãs de Cuba
1. DOU GRAÇAS A DEUS, SENHOR DA HISTÓRIA E DOS NOSSOS DESTINOS, QUE ME PERMETIU VIR A ESTA TERRA, QUALIFICADA POR COLOMBO COMO « A MAIS FORMOSA QUE OS OLHOS HUMANOS VIRAM». AO CHEGAR A ESTA ILHA ONDE, JÁ HÁ MAIS DE QUINHENTOS ANOS, FOI PLANTADA A CRUZ DE CRISTO — cruz zelosamente conservada hoje como um tesouro no templo paroquial de Baracoa, na extremidade oriental do País — saúdo a todos com particular emoção e grande afecto.
Chegou o feliz dia, tão longamente desejado, em que posso corresponder ao convite que os Bispos de Cuba me formularam já há algum tempo, convite que também o Senhor Presidente da República me fez e reiterou pessoalmente no Vaticano, por ocasião da sua visita no mês de Novembro de 1996. Enche-me de satisfação visitar esta Nação, estar entre vós e poder compartilhar assim algumas jornadas repletas de fé, de esperança e de amor.
2. É-me grato dirigir a minha saudação em primeiro lugar ao Senhor Presidente, Dr. Fidel Castro Ruz, que realizou o gesto de vir receber-me e a quem desejo manifestar a minha gratidão pelas suas palavras de boas-vindas. Expresso igualmente o meu reconhecimento às demais autoridades aqui presentes, assim como ao Corpo Diplomático e aos que ofereceram a sua valiosa cooperação para preparar esta Visita pastoral.
Saúdo com muito afecto os meus Irmãos no Episcopado, em particular o Senhor Cardeal Jaime Lucas Ortega y Alamino, Arcebispo de Havana, e cada um dos demais Bispos cubanos, assim como os que vieram de outros Países para participar nos actos desta Visita pastoral e assim renovar e fortalecer, como tantas vezes, os estreitos vínculos de comunhão e afecto das suas Igrejas particulares com a Igreja que está em Cuba. Nesta saudação o meu coração abre-se também com grande afecto aos queridos sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, catequistas e fiéis, aos quais sou devedor no Senhor como Pastor e servidor da Igreja Universal (cf. Const. dogm. Lumen gentium, 22). Em todos vós vejo a imagem desta Igreja local, tão amada e sempre presente no meu coração, sentindo-me muito solidário e próximo das vossas aspirações e legítimos desejos. Deus queira que esta Visita, que hoje tem início, sirva para animar todos no empenho de dedicarem o próprio esforço para alcançar essas expectativas, com o concurso de cada cubano e a ajuda do Espírito Santo. Vós sois e deveis ser os protagonistas da vossa própria história pessoal e nacional.
De igual modo saúdo cordialmente todo o povo cubano, dirigindo-me a todos sem excepção: homens e mulheres, anciãos e jovens, adolescentes e crianças; às pessoas com as quais me encontrarei e às que por diversos motivos não puderem participar nas diferentes celebrações.
3. Com esta Viagem apostólica venho, em nome do Senhor, para vos confirmar na fé, animar na esperança, estimular na caridade, a fim de compartilhar o vosso profundo espírito religioso, os vossos afãs, alegrias e sofrimentos, celebrando, como membros de uma grande família, o mistério do Amor divino e fazê-lo presente de maneira mais profunda na vida e na história deste nobre povo, sedento de Deus e de valores espirituais que a Igreja, nestes cinco séculos de presença na Ilha, não deixou de dispensar. Venho como peregrino do amor, da verdade e da esperança, com o desejo de dar um novo impulso à obra evangelizadora que, mesmo no meio de dificuldades, esta Igreja local mantém com vitalidade e dinamismo apostólico, caminhando rumo ao Terceiro Milénio cristão.
4. No cumprimento do meu ministério, não tenho deixado de anunciar a verdade sobre Jesus Cristo, o Qual nos revelou a verdade sobre o homem, a sua missão no mundo, a grandeza do seu destino e a sua inviolável dignidade. A este respeito, o serviço ao homem é o caminho da Igreja. Venho hoje compartilhar convosco a minha profunda convicção de que a Mensagem do Evangelho conduz ao amor, à abnegação, ao sacrifício e ao perdão, de modo que se um povo percorre este caminho é um povo com esperança de um futuro melhor. Por isso, já desde os primeiros momentos da minha presença entre vós quero dizer, com a mesma força do início do meu Pontificado: «Não tenhais medo de abrir os vossos corações a Cristo», deixai que Ele entre nas vossas vidas, nas vossas famílias, na sociedade, para que assim tudo seja renovado. A Igreja repete este apelo, convocando todos sem excepção: pessoas, famílias e povos para que, seguindo fielmente Jesus Cristo, encontrem o sentido pleno das suas vidas, se ponham ao serviço dos seus semelhantes, transformem as relações familiares, de trabalho e sociais, o que redundará sempre em benefício da Pátria e da sociedade.
5. A Igreja em Cuba anunciou sempre Jesus Cristo, embora em algumas ocasiões o tenha feito com escassez de sacerdotes e em circunstâncias difíceis. Quero expressar o meu reconhecimento a tantos crentes cubanos pela sua fidelidade a Cristo, à Igreja e ao Papa, assim como pelo respeito demonstrado para com as tradições religiosas mais genuínas, aprendidas dos maiores, e pelo valor e perseverante espírito de entrega que testemunharam no meio dos seus sofrimentos e anseios. Tudo isto foi recompensado em muitas ocasiões com a solidariedade mostrada por outras comunidades eclesiais da América e do mundo inteiro. Hoje, como sempre, a Igreja em Cuba deseja poder dispor do espaço necessário para continuar a servir todos, em conformidade com a missão e o ensinamento de Jesus Cristo.
Amados filhos da Igreja católica em Cuba: bem sei quanto esperastes o momento da minha Visita, e sabeis como o desejei. Por isso, acompanho com a oração os meus melhores votos para que esta terra possa oferecer a todos uma atmosfera de liberdade, de confiança recíproca, de justiça social e de paz duradoura. Que Cuba, com todas as suas magníficas possibilidades, se abra ao mundo e o mundo se abra a Cuba, para que este povo, que como todo o homem e nação busca a verdade, trabalha para progredir e anela a concórdia e a paz, possa olhar para o futuro com esperança.
6. Com a confiança posta no Senhor e sentindo-me muito unido aos amados filhos e filhas de Cuba, agradeço de coração este caloroso acolhimento com o qual tem início a minha Visita pastoral, que recomendo à materna protecção da Santíssima Virgem da Caridade do Cobre. Abençoo todos de coração e de modo particular os pobres, os doentes, os marginalizados e todos os que sofrem no corpo ou no espírito.
Louvado seja Jesus Cristo!
Muito obrigado!
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
DISCURSO DO SANTO PADRE AO
NOVO EMBAIXADOR DA VENEZUELA JUNTO À SANTA SÉ
POR OCASIÃO DA APRESENTAÇÃO DAS
CARTAS CREDENCIAIS
6 de Novembro de 2000
Senhor Embaixador Ignacio Quintana,
1. É um prazer receber as Cartas Credenciais que o acreditam como Embaixador da República da Venezuela junto da Santa Sé e dar-lhe as boas-vindas, ao mesmo tempo que exprimo os meus melhores votos para a missão que lhe foi confiada. Desejo manifestar também o meu sincero agradecimento pela deferente saudação do Senhor Presidente da República, da qual Vossa Excelência se fez intérprete, pedindo-lhe ao mesmo tempo que lhe faça chegar a minha especial proximidade ao povo venezuelano, para o qual desejo, neste momento da sua vida política e institucional, um desenvolvimento continuado dos valores espirituais e um sensível crescimento de bem-estar social. Aproveito esta oportunidade para reiterar a mensagem de conforto que quis deixar ao povo venezuelano no final da minha segunda visita a esse País, convidando-o a fazer "dos valores cristãos e éticos, que configuraram o vosso ser como Nação, um factor de coesão social, de progresso e de paz" (Discurso de despedida, 11/02/1996, 2, ed. port. de L'Osservatore Romano de 24/2/1996, pág. 5).
A VENEZUELA É UM PAÍS MARAVILHOSO COM AS SUAS BELEZAS NATURAIS E RICO DE CULTURA, A QUE CRISTÓVÃO COLOMBO CHAMOU "TERRA DE GRAÇA" E QUE NO DECURSO DO SÉCULO QUE ESTÁ A TERMINAR UM PARTICULAR CRESCIMENTO DEMOGRÁFICO E SOCIOECONÓMICO.
Apercebi-me disto pessoalmente durante as minhas duas viagens pastorais, sentindo o calor do acolhimento e as esperanças que vibram no coração do seu povo, aberto e generoso. Por isso alegro-me com os seus benefícios, partilho as suas preocupações e uno-me ao seu sofrimento nos momentos de desgraça, como aqueles em que, há quase um ano, calamidades naturais semearam morte e desolação no País e que ainda recentemente se fizeram sentir. Nestas e noutras ocasiões, invoco convosco o auxílio do Senhor para os queridos filhos venezuelanos e exorto à solidariedade humana, nacional e internacional, em favor dos mais prejudicados.
2. No exercício da missão que o seu Governo lhe confiou, Vossa Excelência terá a responsabilidade de manter constantemente e de fomentar as relações diplomáticas do seu País com a Santa Sé. Esta, em virtude da solicitude do Papa por todas as Igrejas, segue com interesse as vicissitudes de todos os lugares. Por este motivo Vossa Excelência pode ter a certeza de que encontrará aqui o apoio e o acolhimento necessários, convicto de que a Igreja, e a Santa Sé em particular, não tem outros interesses na Venezuela a não ser o bem dos próprios venezuelanos, aos quais anuncia o Evangelho realizando a missão que Cristo lhe confiou.
De facto, a acção da Igreja e dos poderes públicos confluem para os mesmos destinatários, visto que as duas partes têm como objectivo o bem material e espiritual da pessoa humana num determinado momento da história. Por conseguinte, com o máximo respeito das respectivas responsabilidades, as relações que devem existir entre elas são sobretudo de diálogo e colaboração. À Igreja competem tarefas nos âmbitos concernentes aos valores que, por sua vez, são a alma de uma nação. Neste aspecto, sobressai o risco de duas ameaças que recaiem sobre a comunidade humana: a que pretende "poder realizar na história o bem absoluto" (Centesimus annus, 45), e a que delineia uma acção política que não siga a orientação da verdade; de facto, "uma democracia sem valores converte-se facilmente num totalitarismo aberto ou dissimulado, como a história demonstra" (Ibid., n. 46).
Sem dúvida, a Igreja não tem o dever nem pretende competir com os projectos políticos para resolver os problemas da sociedade a partir da perspectiva técnica e administrativa, que é própria da autoridade civil. Neste sentido, como já dizia Santo Agostinho, a Igreja sente-se peregrina e "guiada pela fé, não pela visão" (De civ. Dei, 19, 14). Sem dúvida, com o seu sentido da pessoa, o seu interesse pela solidariedade e a sua atenção aos mais débeis, pode contribuir para instaurar uma vida social melhor. Além disso, os cidadãos, ao constatar concretamente que as suas razões de viver e as suas convicções espirituais são apreciadas e respeitadas pelos poderes públicos, estarão mais dispostos a participar com confiança e serenidade no projecto de sociedade comum, que, sem dúvida, beneficiará a todos.
3. Como no passado, também nas actuais circunstâncias será proveitoso para o povo venezuelano o firme empenho da Igreja e dos seus Pastores em favor dos direitos fundamentais das pessoas, na sua decidida defesa da vida desde o momento da concepção até ao seu fim natural, na sua intensa e constante actividade educativa, na sua promoção da família como instituição natural e célula básica da sociedade e no seu empenho por libertar tantos cidadãos das cadeias da miséria, da fome, da corrupção de costumes e de muitas outras formas de marginalização social. Faz isto inspirada no Evangelho que ilumina as realidades temporais à luz da excelsa vocação à qual o homem foi chamado por Deus, e firmemente convencida de que esta é a melhor forma de servir os homens e os povos.
Em virtude da missão que lhe é própria, a Igreja reclama o espaço necessário para as suas actividades, colaborando concretamente com as autoridades civis, a fim de dispor estavelmente do espaço social e dos meios necessários que lhe permitam realizá-las. As mesmas pessoas às quais serve, procurando fazer delas bons cristãos e cidadãos honestos, empenhados no bom andamento do seu país, são as mesmas que, nos seus próprios âmbitos, se ocupam dos poderes públicos.
Por conseguinte, não deve haver hesitações nem sequer rivalidades em assuntos nos quais se decide o bem comum e o futuro digno de um povo, como a defesa sem paliativos da dignidade humana sua integridade total, de uma educação aberta à dimensão transcendente da pessoa, que não pode prescindir do aspecto religioso, ou dos direitos fundamentais, civis e sociais, de todos os seres humanos. Os graves desafios que se apresentam no terceiro milénio exigem que se unam os esforços, na convicção unânime de que "a defesa da universalidade e indivisibilidade dos direitos humanos é essencial para a construção duma sociedade pacífica e para o progresso integral de indivíduos, povos e nações" (Mensagem para o Dia Mundial da Paz de 1999, n. 3).
4. Nas minhas duas visitas à Venezuela, tive a alegria de me encontrar com um povo desejoso de edificar um futuro sobre a sua tradicional identidade, de profundas raízes cristãs que proporcionaram numerosas manifestações de piedade popular e de devoção à Virgem Maria. Precisamente durante a primeira visita coroei a imagem de Nossa Senhora de Coromoto e, durante a segunda, inaugurei o Santuário a ela dedicado. Hoje invoco-a de novo para que proteja os queridos venezuelanos e os guie com a sua ternura de mãe até ao seu divino Filho, o único Salvador do género humano. Neste Ano de graça no qual se comemora o 2000º aniversário da sua vinda com a celebração do Grande Jubileu, rogo ao Senhor que cumule das suas bênçãos todo o povo venezuelano, para que comece o novo milénio com renovada esperança e desejoso de construir um mundo melhor.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
A VENEZUELA É UM PAÍS MARAVILHOSO COM AS SUAS BELEZAS NATURAIS E RICO DE CULTURA, A QUE CRISTÓVÃO COLOMBO CHAMOU "TERRA DE GRAÇA" E QUE CONHECEU NO DECURSO DO SÉCULO QUE ESTÁ A TERMINAR UM PARTICULAR CRESCIMENTO DEMOGRÁFICO E SOCIOECONÓMICO.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
Caros confrades
Só para lembrar que João Paulo II, teve sempre Colombo presente no seu pensamento. E em sua homenagem não esqueceu o dia da descoberta da América.
DISCURSO INAUGURAL
DO PAPA JOÃO PAULO II
DA IV CONFERÊNCIA GERAL
DO EPISCOPADO LATINO-AMERICANO
Santo Domingo, 12 de Outubro de 1992
Queridos Irmãos no Episcopado,
Amados sacerdotes, religiosos, religiosas e leigos:
1. Sob a guia do Espírito Santo, a quem acabámos de invocar fervorosamente para que ilumine os trabalhos desta importante Assembléia eclesial, inauguramos esta IV Conferência Geral do Episcopado Latino-Americano, pondo nossos olhos e nosso coração em Jesus Cristo, “o mesmo ontem, hoje e por toda a eternidade” (Hb 13, 8). Ele é o Princípio e o Fim, o Alfa e o Ômega (cf. Ap 21, 6), a plenitude da Evangelização, “o primeiro e o maior dos evangelizadores. Ele foi isso mesmo até ao fim, até à perfeição, até ao sacrifício da sua vida terrena”(Evangelii nuntiandi, 7)..
Sentimos muito viva nesta celebração a presença de Jesus Cristo, Senhor da História. Em Seu nome se reuniram os Bispos da América Latina nas Assembléias anteriores – Rio de Janeiro em 1955; Medellín em 1968; Puebla em 1979 –, e em Seu mesmo nome nos reunimos agora em Santo Domingo, para tratar o tema “Nova Evangelização, Promoção humana, Cultura cristã”, que engloba as grandes questões que, de aqui para o futuro, deve enfrentar a Igreja diante das novas situações que emergem na América Latina e no mundo.
Esta, queridos Irmãos, é uma hora de graça para todos nós e para a Igreja que peregrina na América. Na verdade, para a Igreja universal que nos acompanha com sua oração, com essa comunhão profunda de corações que o Espírito Santo gera em todos os membros do único Corpo de Cristo. Hora de graça e também de grande responsabilidade. Diante dos nossos olhos já se vislumbra o terceiro milênio. E se a Providência divina nos convocou para Lhe dar graças pelos quinhentos anos de fé e de vida cristã no Continente americano, com maior razão podemos dizer que nos convocou também para renovar-nos interiormente, e para “distinguir os sinais dos tempos”(cf. Mt 16, 3). Na verdade, a chamada à nova evangelização, é antes de tudo uma chamada à conversão. De fato, mediante o testemunho de uma Igreja cada vez mais fiel à sua identidade e mais viva em todas as suas manifestações, os homens e os povos poderão continuar a encontrar Jesus Cristo e, n’Ele, a verdade da sua vocação e da sua esperança, o caminho em direção a uma humanidade melhor.
Olhando para Cristo, “com o olhar fixo no autor e consumador de nossa fé, Jesus” (Hb 12, 2), seguimos a senda percorrida pelo Concílio Vaticano II, cujo XXX aniversário da sua inauguração foi ontem lembrado. Daí que, ao inaugurar esta magna Assembléia, desejo recordar aquelas expressivas palavras pronunciadas pelo meu venerável predecessor, o Papa Paulo VI, na abertura da segunda sessão conciliar:
“Cristo!
Cristo, nosso princípio.
Cristo, nossa vida e nosso guia.
Cristo, nossa esperança e nosso fim...
Que não desça sobre esta Assembléia outra luz, a não ser a luz de Cristo, luz do mundo.
Que nenhuma outra verdade atraia a nossa mente, fora das palavras do Senhor, único Mestre.
Que não tenhamos outra aspiração, que não seja o desejo de Lhe sermos absolutamente fiéis.
Que nenhuma outra esperança nos sustente, a não ser aquela que, mediante a Sua palavra, conforta a nossa debilidade...”.
I. JESUS CRISTO ONTEM, HOJE E SEMPRE
2. Esta Conferência reúne-se para celebrar Jesus Cristo, para dar graças a Deus por Sua presença nestas terras americanas, donde, faz hoje 500 anos, começou a difundir-se a mensagem da salvação; reúne-se para celebrar a implantação da Igreja que, durante estes cinco séculos, tão abundantes frutos de santidade e de amor deu ao Novo Mundo. Jesus Cristo é a verdade eterna que se manifestou na plenitude dos tempos. E precisamente, para transmitir a Boa Nova a todos os povos, fundou a Sua Igreja com a missão específica de evangelizar: “Ide por todo o mundo, pregai o Evangelho a toda a criatura" (Mc 16,15). Pode-se dizer que nestas palavras está contida a solene proclamação da evangelização. Assim, pois, desde o dia em que os Apóstolos receberam o Espírito Santo, a Igreja recebeu a tarefa da Evangelização. São Paulo o exprime numa frase lapidar e emblemática: “Evangelizare Iesum Christum"; “Anunciar Jesus Cristo" (Gl 1,16). Foi o que fizeram os discípulos do Senhor, em todos os tempos e em todas as latitudes do mundo.
3. NESTE SINGULAR PROCESSO, O ANO DE 1492 ENCERRA UMA DATA CHAVE. COM EFEITO, NO DIA 12 DE OUTUBRO - FAZ EXACTAMENTE CINCO SÉCULOS - O ALMIRANTE CRISTÓVÃO COLOMBO COM AS SUAS TRÊS CARAVELAS PROCEDENTES DE ESPANHA, CHEGOU A ESTAS TERRAS E NELAS FINCOU A CRUZ DE CRISTO. No entanto, a evangelização propriamente dita começou com a segunda viagem dos descobridores, que vieram acompanhados dos primeiros missionários. Iniciava-se assim a semeadura do dom precioso da fé. E como não dar graças a Deus por ela, junto convosco, queridos Irmãos Bispos, que hoje tornais presentes aqui em Santo Domingo todas as Igrejas particulares da América Latina? Como não dar graças pela semente plantada ao longo destes cinco séculos por tantos e tão intrépidos missionários!
Com a chegada do Evangelho à América, a história da salvação se expande, cresce a família de Deus, multiplica-se “para a glória de Deus o número dos que Lhe dão graças" (2Cor 4,15). Os povos do Novo Mundo eram “povos novos...totalmente desconhecidos para o Velho Mundo até ao ano de 1492", porém, “eram conhecidos desde toda a eternidade por Deus, e por ele sempre abraçados com a paternidade que o Filho revelou na plenitude dos tempos" (Gl 4,4) (Homilia, 1º de janeiro de 1992). Nos povos da América, Deus escolheu para Si um novo povo, incorporou-o ao Seu desígnio redentor, fazendo-o participar do Seu Espírito. Mediante a evangelização e a fé em Cristo, Deus renovou Sua aliança com a América Latina. Demos, pois, graças a Deus pela plêiade de evangelizadores que deixaram sua pátria e deram sua vida para semear no Novo Mundo a vida nova da fé, da esperança e do amor. O seu móbil não era a lenda do “Eldorado", nem mesmo interesses pessoais, mas a chamada urgente a evangelizar irmãos que não conheciam a Jesus Cristo. Eles anunciaram “a bondade de Deus nosso Salvador e o seu amor pelos homens" (Tt 3,4), a povos que ofereciam aos seus deuses inclusive sacrifícios humanos. Eles testemunharam, com a sua vida e com a sua palavra, a humanidade que brota do encontro com Cristo. Pelo seu testemunho e sua pregação, o número de homens e mulheres, que se abriam à graça de Cristo, multiplicou-se “como as estrelas do céu e inumerável como as areias das praias" (Hb 11,12).
4. Desde os primeiros passos da evangelização, a Igreja Católica, movida pela fidelidade ao Espírito de Cristo, foi defensora infatigável dos índios, protetora dos valores que havia em suas culturas, promotora de humanidade diante dos abusos de colonizadores, às vezes sem escrúpulos. A denúncia das injustiças e das violações feita por Montesinos, Las Casas, Córdoba, Frei Juan dal Valle e muitos outros, foi como um clamor que propiciou uma legislação inspirada no reconhecimento do valor sagrado da pessoa. A consciência cristã aflorava com valentia profética nessa cátedra de dignidade e de liberdade que foi, na Universidade de Salamanca, a Escola de Vitória (cf. Discurso, 14 de maio de 1991), e em tantos outros exímios defensores dos nativos, na Espanha e na América Latina. Nomes que são bem conhecidos e que, por ocasião do V Centenário, foram lembrados com admiração e gratidão. De minha parte, e para precisar os perfis da verdade histórica pondo em relevo as raízes cristãs e a identidade católica do Continente, sugeri que se celebrasse um Simpósio Internacional sobre a História da Evangelização da América, organizado pela Pontifícia Comissão para a América Latina. Os dados históricos mostram que foi levada a cabo uma válida, fecunda e admirável obra evangelizadora e que, através dela, ganhou de tal modo espaço na América a verdade sobre Deus e sobre o homem que, de fato, ela mesma constitui uma espécie de tribunal de acusação dos responsáveis daqueles abusos.
Da fecundidade da semente evangélica depositada nestas terras abençoadas, pude ser testemunha durante as viagens apostólicas, que o Senhor me permitiu realizar nas vossas Igrejas particulares. Como não manifestar abertamente minha ardente gratidão a Deus, por ter-me concedido conhecer a realidade viva da Igreja na América Latina! Nas minhas viagens ao Continente, assim como durante as vossas visitas “ad Limina", e em outros diversos encontros – que fortaleceram os vínculos da colegialidade episcopal e a co-responsabilidade na solicitude pastoral por toda a Igreja – pude comprovar repetidamente o vigor da fé das vossas comunidades eclesiais e também medir a dimensão dos desafios para a Igreja, ligada indissoluvelmente à mesma sorte dos povos do Continente.
5. Esta Conferência Geral reúne-se para preparar as linhas mestras de uma ação evangelizadora, que ponha Cristo no coração e nos lábios de todos os latino-americanos. Esta é a nossa tarefa: fazer que a verdade sobre Cristo e a verdade sobre o homem penetrem ainda mais profundamente em todos os segmentos da sociedade e a transformem (cf. Discurso à Pontifícia Comissão para a América Latina, 14 de junho de 1991). Nas suas deliberações e conclusões, esta Conferência deverá saber conjugar os três elementos doutrinais e pastorais, que constituem como as três coordenadas da nova evangelização: Cristologia, Eclesiologia e Antropologia. Contando com uma profunda e adequada Cristologia (cf. Discurso à II Assembléia Plenária da Pontifícia Comissão para América Latina, 3), e baseados numa sadia antropologia e com uma clara e reta visão eclesiológica, deveis enfrentar os desafios que se apresentam hoje à ação evangelizadora da Igreja na América. Em continuação, desejo compartilhar convosco algumas reflexões que, seguindo a pauta do tema da Conferência e como sinal de profunda comunhão e co-responsabilidade eclesial, vos ajudem na vossa solicitude de Pastores, dedicados generosamente ao serviço do rebanho que o Senhor vos confiou. Trata-se de apresentar algumas prioridades, a partir da perspectiva da nova evangelização.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
DISCURSO DO PAPA JOÃO PAULO II
AOS BISPOS DO BRASIL DO REGIONAL
CENTRO-OESTE EM VISITA
«AD LIMINA APOSTOLORUM»
Quinta-feira, 5 de Julho de 1990
Queridos irmãos no Episcopado
Este encontro representa para vos e para mim um momento de plenitude eclesial nestas jornadas em que tendes permanecido em Roma, com motivo de vossa visita «ad limina Apostolorum». A Eucaristia que hoje celebramos, constitui o fecho dessas jornadas em que tive a ocasião de dialogar pessoalmente com cada um de vos sobre a situação de vossas Igrejas locais e agora, nesta reunião comum, nos é dado sentir a profunda comunhão eclesial que nos une como Pastores postos pelo Senhor para governar o Povo de Deus (cf. At 20, 28).
A solicitude pastoral por todas as Igrejas (cf. 2 Cor 11, 28), bem como meu particular afeto e preocupação pela Igreja que esta no Brasil, levaram-me a considerar diversos temas de caráter doutrinal e pastoral com os distintos grupos de Bispos que vieram a Roma ao longo deste ano.
Agora, a vos que pertenceis ao Regional Centro-Oeste, desejo falar-vos de um grande acontecimento que se avizinha e que chama a atenção de um modo particular dos povos de vosso Continente: o V Centenário do inicio da Evangelização da América Latina.
2. O 12 de outubro de 1492, foi certamente uma data importante e significativa para a Humanidade, pois o que desde então ficou registrado como o “descobrimento” da América, hoje é por todos reconhecido como “uma fantástica ampliação das fronteiras da Humanidade, da mútua descoberta de dois mundos, a aparição da Ecumene inteira diante dos olhos do homem, o princípio da história universal” (Discurso em Santo Domingo, 12-10-1984).
DEIXEMOS AOS HISTORIADORES QUE ESTUDEM COM OBJECTIVIDADE TODOS OS FENOMENOS RELACIONADOS COM A CONQUISTA E COM O QUE ALGUNS CHAMAM DE CHOQUE ENTRE A CIVILIZAÇÃO EUROPEIA E A AMERÍNDIA; A NÓS O QUE NOS INTERESSA É DETER-NOS NUM FACTO INCONTROVERTÍVEL EM SI: E É QUE TODA ESSA FAÇANHA FOI ACOMPANHADA DA EVANGELIZAÇÃO. COM EFEITO JÁ NA SEGUNDA VIAGEM DE CRISTÓVÃO COLOMBO, CHEGARAM AO MUNDO RECÉM DESCOBERTO OS PRIMEIROS MISSIONÁRIOS. ASSIM, NA ILHA QUE FOI CHAMADA "LA ESPANOLA" (S. DOMINGO) SE AFIXOU A CRUZ DE NOSSO SENHOR JESUS CRISTO E SE CELEBROU A PRIMEIRA MISSA.
O mesmo acontecendo no Brasil, alguns anos mais tarde, quando, como todos sabemos, a 3 de maio de 1500, Frei Henrique de Coimbra celebrou a Santa Missa sobre o chão daquela que viria a ser a Capitania de Porto Seguro. Vossa terra foi por isso denominada, com bastante acerto, Terra da Santa Cruz. As primeiras estruturas eclesiásticas parece que datam do ano de 1532: paróquias a serviço dos colonos portugueses foram se constituindo. Sucessivamente, chegaram os franciscanos a Santa Catarina, os jesuítas à Bahia, os carmelitanos a Olinda.
Assim os missionários iam pondo as bases da Igreja até que, com data de 25 de fevereiro de 1551, o Romano Pontífice erigiu a primeira diocese em São Salvador da Bahia. Desde então, quantas dioceses foram constituídas nesta grande Nação! Hoje as circunscrições eclesiásticas são já 252.
3.A história da primeira evangelização é sem dúvida apaixonante. Vemo-la cheia de luzes e sombras, certamente mais luzes do que sombras, mas sobretudo enriquecida de inumeráveis lições pastorais para nós. A
gora, quando nos dispomos a comemorar o V Centenário da chegada da Mensagem evangelizadora a esse Novo Mundo, o primeiro que temos de fazer é refletir sobre o passado, com discernimento e clarividência eclesial. Não podemos deter-nos no passado, mas, partindo do presente, do momento atual da Igreja na América Latina, devemos olhar para o futuro, na perspectiva da Nova Evangelização a que convoquei todas as Igrejas.
Existe neste sentido, no âmbito das diversas Conferências Episcopais, tanto da Europa como da África e da América, um verdadeiro clima de Sínodo onde se preparam os esquemas e as estratégias pastorais - na linha do Concilio Vaticano II - para responder aos desafios do nosso tempo. Agora devemos perguntar-nos: sob qual ponto de vista é preciso comemorar tão auspicioso acontecimento? Pois bem, antes de mais nada, dando graças a Deus por todos os benefícios que significou para esses povos a atividade evangelizadora da Igreja.
Todos sabemos que a evangelização da América Latina, apesar das dificuldades e contradições que teve de suportar ao longo destes séculos, foi sem dúvida um dos capítulos relevantes da história da Igreja. Não posso deixar de reiterar aqui o que afirmei ao desembarcar em Brasília em 30 de junho de 1980: “Vossa história religiosa... foi escrita, por heróicos, dinâmicos e virtuosos missionários e continuada pelo empenho de dedicados servidores de Deus e dos homens, seus irmãos. Todos deixaram sulcos profundos na alma e na civilização brasileira. O Papa quer..., render um preito de gratidão, em nome da Igreja, a todos eles”.
4. Mas junto à ação de graças, devemos unir, como antes me referi, o discernimento com a consciência de que agora “estamos numa nova era histórica, que exige claridade para ver, lucidez para diagnosticar e solidariedade para atuar” (Mensagem da Conferência de Medellín aos Povos da América Latina, 1968). Discernir o que se realizou nestes quinhentos anos, tentando compor um balanço que, de resto, será sempre positivo, pois é Cristo quem sempre conduziu a nau da Igreja em direção do cumprimento da Redenção do homem. Mas, ao mesmo tempo, a evangelização quererá também significar uma capacidade para ver e diagnosticar em que termos ela deve ser proposta, neste fim de século e no inicio do terceiro milênio.
Todos percebemos, queridos irmãos no Episcopado, os enormes desafios que se apresentarão a Igreja, numa época marcada pelo progresso alcançado na ciência e na técnica, contribuindo para o aumento do bem-estar social, mas criando paralelamente sérios entraves para o cristão que quer ser coerente com a sua fé.
As exigências da sociedade urbano-industrial que forçam o indivíduo a uma corrida desenfreada em busca do seu ganha-pão diário; a influência dos Meios de Comunicação Social, que nem sempre respeitam a individualidade do homem no seu direito a ser bem informado, mas que é indispensável para chegar a um número sempre maior de pessoas de língua, cultura e mentalidade diferentes; o analfabetismo, barreira invisível de abertura ao mundo da cultura tanto profana como religiosa.
Neste sentido, podemos acrescentar aqui, como um dos aspectos que mais preocupam a Igreja e os seus Pastores, a perda do genuíno espírito religioso que afeta todas as camadas da população. Existe uma enorme carência de conhecimento sobre a fé e sobre os princípios morais ensinados pela Igreja desde sempre e que, no entanto, estão hoje relegados ao esquecimento. Por isso entendemos como em Medellín, na Mensagem aos Povos da América Latina, a Igreja se comprometeu a “alentar uma nova evangelização e catequese intensivas que atinjam as elites e as massas para obter uma fé lúcida e comprometida”.
O meu predecessor, o Papa Paulo VI, pontualizou perfeitamente este objetivo, matizando ainda mais: “...não se trata apenas de pregar o Evangelho em fronteiras geográficas cada vez mais vastas ou a populações sempre mais extensas, mas também de atingir e de modificar mediante a força do Evangelho os critérios de juízo, os valores determinantes, os pontos de interesse, as linhas de pensamento, as fontes inspiradoras e os modelos de vida da humanidade, que estão em contradição com a Palavra de Deus e com o desígnio de salvação” (Evangelii nuntiandi, 19).
Isto quer dizer, entre outras coisas, que não será o Evangelho que deverá adequar-se aos tempos, às exigências atuais do homem, muito pelo contrário, se trata de colocar a vida pessoal de todos e cada um dos homens ao contacto com esta antiga novidade que é o Evangelho. Bem sabemos que qualquer processo de evangelização, encontra seu fundamento no mistério de Cristo: na sua Encarnação, vida, morte e ressurreição.
O Senhor assumiu uma Humanidade concreta e viveu todas as circunstâncias particulares da condição humana, num lugar, num tempo determinado e no seio de um povo determinado; assim a Igreja, a exemplo de Cristo e mediante o dom do Espírito, pode ser compreendida em qualquer circunstância de língua, cultura ou raça (cf. At 2, 5-11). O que Ela visa, com todo o seu processo evangelizador, é a confirmação da perenidade do Evangelho que não está sujeito às mutações dos usos e costumes das distintas épocas históricas. Certamente os métodos de evangelização devem amoldar-se às circunstâncias de cada povo ou nação, conforme o próprio condicionamento histórico-cultural, desde que permaneçam firmes os princípios evangélicos que têm Cristo como fundamento.
5.Concluo cheio de esperança e de entusiasmo, pensando no alcance que a Nova Evangelização terá para todos os povos do mundo. Todos estes pontos e problemas que indiquei, junto aos que os Senhores mesmos poderão sugerir, devem ser objeto de estudo e resoluções da IV Conferência Geral do Episcopado Latino-Americano, que com tanto esmero o CELAM, está preparando, em estreita união com a Santa Sé.
Recomendo à Mãe de Deus, sede da sabedoria - Nossa Senhora Aparecida - o vosso ministério episcopal. Peço a Maria Santíssima que se digne interceder junto de Deus Nosso Senhor para que vos envie a força do Espírito Santo, a fim de que ilumine o entendimento e fortaleça a vontade, enquanto procurais cumprir com solicitude a missão que vos foi confiada. Com esses auspícios, desejo fazer chegar a todos os Senhores, aos sacerdotes, religiosos, religiosas e fiéis de vossas comunidades cristãs a minha Bênção Apostólica.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
CARTA DO PAPA JOÃO PAULO II
AOS CAVALEIROS DE COLOMBO POR OCASIÃO
DO SEU 120° CONSELHO SUPREMO ANUAL
Aos Cavaleiros de Colombo
Uma vez mais, transmito os meus sinceros bons votos por ocasião do encontro anual do Conselho Supremo, que está a realizar-se na localidade de Anaheim, na Califórnia. Esta assembleia anual oferece ao Conselho Supremo a oportunidade de comprometer a sua Ordem de maneira sempre renovada nos nobres ideais da fraternidade e do serviço à Igreja, transmitidos pelo seu Fundador, o Servo de Deus Padre Michael McGivney. Rezo para que este encontro ofereça inspiração e orientação a todos os Cavaleiros de Colombo, enquanto eles procuram dar testemunho de Cristo, trabalhando com zelo pela difusão do seu Reino na terra.
O tema deste 120º encontro anual "Este é o tempo para a grande pesca" constitui uma admoestação a ter uma confiança cada vez mais convicta no mandato do Senhor, que consiste em "avançar para águas mais profundas e lançar a rede" (Lc 5, 4), em obediência à sua palavra. Como observei na minha Carta Apostólica Novo millennio ineunte, este convite Duc in altum! é dirigido a toda a Igreja, no alvorecer no terceiro milénio. Os anos de preparação espiritual para o grande Jubileu, a copiosa concessão de graças, simbolizada pela abertura das Portas Santas das principais Basílicas de Roma, e o sentido vivo da missão que se seguiu à experiência do Ano Santo foram um incentivo para os cristãos de toda a parte, "a lembrar com gratidão o passado, a viver com paixão o presente e a abrir-se com confiança para o futuro" (Novo millennio ineunte, 1).
Efectivamente este é o tempo de "se fazer ao largo", sem temor nem hesitação! Como a experiência do grande Jubileu realçou, no centro da nova evangelização deve verificar-se um renovado florescimento de santidade na Igreja (cf. ibid., 30-31). Por este motivo, é com imenso prazer que tomo conhecimento de que os Cavaleiros de Colombo têm continuado a valorizar a necessidade de uma profunda renovação espiritual, considerando-a como um fundamento para as numerosas e diversificadas iniciativas, tomadas em benefício da missão da Igreja. O recente Congresso Eucarístico dos Cavaleiros de Colombo assinalou um significativo marco miliário na vida da vossa Ordem, imprimindo um renovado ímpeto aos vossos esforços, em ordem a responderdes às tarefas e aos desafios que os leigos católicos devem enfrentar neste momento crítico na história da Igreja. Como "centro vivo e permanente, à volta do qual se congrega toda a comunidade eclesial" (Ecclesia in America, 35), a Eucaristia é a fonte de todo o apostolado e, ao mesmo tempo, o maior tesouro espiritual da Igreja. Que uma profunda e constante devoção a Jesus Cristo, presente no Santíssimo Sacramento do Altar, caracterize a vida espiritual de cada um dos Conselhos, inspire um apostolado cada vez mais vigoroso ao serviço da Igreja e da comunidade, e promova a transformação da sociedade, em conformidade com a vontade de Deus, que é a essência da vocação dos leigos.
Consciente do facto de que o Conselho Supremo deste ano está a realizar-se num período de dolorosa purificação e de enorme sofrimento para a Igreja que peregrina nos Estados Unidos da América, aproveito esta oportunidade para fazer eco da gratidão expressa por um elevado número de bispos e sacerdotes, pelo apoio espiritual e pessoal que lhes tem sido oferecido pelos Cavaleiros de Colombo, no âmbito dos seus Conselhos tanto locais como regionais. Enquanto a Igreja que está nos Estados Unidos da América procura progredir com fé e confiança sinceras na graça confortadora do Senhor, exorto todos os Cavaleiros de Colombo e as suas respectivas famílias a intensificarem as suas orações por uma autêntica renovação da vida eclesial e pela promoção dos "laços de paz, para conservar a unidade do Espírito" (Ef 4, 3). Neste contexto, volto a exprimir o meu agradecimento pelo compromisso invicto dos Cavaleiros de Colombo, na promoção das vocações ao sacerdócio e à vida religiosa. A experiência tem demonstrado que quanto mais se desenvolve o apostolado dos leigos, mais se sente a necessidade dos sacerdotes; e quanto mais se enraíza o sentido que os leigos têm, em relação à vocação que lhes é própria, mais profundamente é valorizado o papel singular dos presbíteros.
Neste espírito, rezo a fim de que os Cavaleiros de Colombo, em plena fidelidade à visão do Padre Michael McGivney, não poupem qualquer esforço para atrair os jovens a Jesus Cristo e para os ajudar a compreender que o significado e o valor verdadeiros da vida se encontram no dom generoso de si mesmos a Deus e ao próximo. Desta forma, uma nova geração descobrirá no coração da Igreja os recursos espirituais necessários para a edificação de uma sociedade caracterizada pela liberdade autêntica, pelo respeito em relação às exigências da verdade e pelo interesse abnegado pelo bem de todos, de modo especial pelos pobres e menos favorecidos.
Com estes sentimentos, confio as decisões do Conselho Supremo à intercessão amorosa de Maria, Mãe da Igreja. A todos os Cavalerios de Colombo e às suas respectivas famílias, concedo cordialmente a minha Bênção apostólica, como penhor de alegria e paz duradouras, em nosso Senhor Jesus Cristo.
Vaticano, 10 de Julho de 2002.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
DISCURSO DO PAPA JOÃO PAULO II
AO SUPREMO CONSELHO
DOS CAVALEIROS DE COLOMBO
9 de Outubro de 2003
Queridos Amigos
É-me grato dar as boas-vindas aos Membros da Direcção dos Cavaleiros de Colombo, por ocasião do vosso encontro em Roma. Agradeço-vos os sinceros bons votos que me transmitistes, em nome de todos os Cavaleiros e das respectivas famílias, na circunstância do 25° aniversário da minha eleição.
Nesta ocasião, desejo manifestar uma vez mais a minha profunda gratidão pela ajuda determinante que a vossa Ordem tem oferecido para a missão da Igreja. Esta ajuda é demonstrada de maneira especial no Fundo "Vicarius Christi", que constitui um sinal da solidariedade dos Cavaleiros de Colombo para com o Sucessor de Pedro, na sua solicitude pela Igreja universal, mas é observado inclusivamente nas orações, nos sacrifícios e nas obras apostólicas de todos os dias, levados a cabo por inumeráveis Cavaleiros nos seus Conselhos locais, nas suas Paróquias e nas suas Comunidades. Fiéis à visão do Rev.do Pe. Michael McGivney, que vós possais continuar a procurar novos caminhos de ser fermento do Evangelho no mundo e uma força espiritual para a renovação da Igreja na santidade, na unidade e da verdade.
Concedo-vos do íntimo do coração, a vós, a todos os Cavaleiros e às suas respectivas famílias, a minha Bênção apostólica.
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RE: Colombo e o Papa João Paulo II
DISCURSO DO PAPA JOÃO PAULO II
AOS MEMBROS DA PRESIDÊNCIA
DOS CAVALEIROS DE COLOMBO
11 de Dezembro de 1997
Excelência
Queridos Amigos
É-me grato saudar o Cavaleiro Supremo, Sua Excelência o Senhor Virgil Dechant, e os membros da Presidência dos Cavaleiros de Colombo. A vossa visita a Roma oferece-me o agradável ensejo para expressar a minha gratidão pelo enorme apoio espiritual e material que os Cavaleiros continuam a dar à missão da Igreja universal. Asseguro-vos o meu pessoal agradecimento pela vossa proximidade ao Papa no seu ministério de serviço ao Evangelho e de edificação de todos os discípulos de Cristo na fé e no amor.
O nosso encontro tem lugar durante a celebração da Assembleia Especial do Sínodo dos Bispos para a América, na qual os Pastores das Igrejas particulares do Continente americano estão reunidos para analisar os desafios da nova evangelização. Durante o Sínodo, testemunhamos a obra de um espírito de solidariedade cada vez maior entre os povos católicos da América do Norte e do Sul. Um papel essencial nesta grande tarefa de renovação eclesial cabe aos leigos e leigas, e estou persuadido de que os Cavaleiros, fiéis aos sublimes ideais do seu Fundador, hão-de contribuir para a transformação da sociedade mediante a sua constante fidelidade ao Evangelho.
Ao assegurar as minhas orações a todos os Cavaleiros e às suas famílias, concedo de coração a minha Bênção Apostólica, como penhor de júbilo e fortaleza em nosso Salvador Jesus Cristo.
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Colombo-Reconsiderar a História
Caros confrades
A velha obrigação da denúncia transforma-se numa elaboração muito mais difícil: a elaboração crítica de qualquer periodo da nossa história, muitas vezes feito de mentiras, silêncios, retóricas e cumplicidades académicas, faz com que sintamos a necessidade de inventar uma nova linguagem para dizer algo de novo, que a história fez calar.
Coloquei aqui no Fórum 13 mensagens do Papa João Paulo II, onde este Papa Eucoménico, se referiu a Colombo. O Papa João Paulo II foi no caso da missão de Colombo, um seu grande admirador, não só por ele ter inciado a evangelização da América, mas sobretudo como grande Homem que foi e que mudou o Mundo. Sempre que sua Santidade visitou a América ele levava consigo Colombo no seu coração.
Mas não foi este o primeiro Papa que foi sensível a Colombo, muitos outros já o haviam antes de si, reconhecido a grande personalidade que tinha sido Colombo.
O Papa Sisto IV , um franciscano que para muitos poderá mesmo ser o "pai" de Colombo, pois foi durante o seu papado 1471-1484 que Colombo nasceu, como franciscano que lhe sucederia no "cargo" Divino, por inspiração de D. João II de Portugal.
Foi por intercepção deste Papa, Sisto IV e de Monsenhor de Lyon, um grande amigo de D. João II de Portugal, que se deve o reconhecimento do culto e da festa da Imaculada Conceição, que alías foi logo preterido pelos seus sucessores, e que mais tarde se tornará padroeira de Portugal, assim como de Colombo e seus pais que eram patronos de um Convento em Beja com o mesmo nome, em honra a Santíssima Maria, mãe de Jesus.
O Papa Sisto não ficará na História sómente como o Papa que construiu a capela Sistina, que foi mais tarde pintada pelo seu grande admirador, Miguel Ângelo, este Papa ficará para sempre ligado a Colombo, como instituidor do culto da Imaculada da Conceição, que Colombo e os seus Irmãos veneravam e que tinha como séde no ocidente a Basílica dos Apóstolos em Roma, por coincidência o mesmo Templo, onde Miguel Angelo pediu para ser sepultado, tendo depois sido secretamente transladado pelo seu sobrinho para Florença.
Mas não foi apenas o Papa Sisto IV que admirava Colombo, o Papa Pio IX também o admirava de verdade, e chegou mesmo a propôr a sua canonização, claro que contou com a oposição de certos cardeais ainda saudocistas da Inquisição que havia acabado ainda recentementemente.
O Papa Pio IX, atingiu a maior notoriedade com declaração do dogma da Imaculada Conceição em 1854, instituindo definitivamente o culto, mas não foi capaz de levar Colombo á canonização para que hoje tivessemos e venerassemos o São Cristovão Colombo, mas o Papa João Paulo II, a perante a santidade daquele Papa, canonizou-o e fê-lo Santo da Igreja de S. Pedro.
João Paulo II implicidamente está a canonizar Colombo.
João Paulo II na sua viagem á América proferiu as palavras de Colombo " Esta Terra foi a terra mais bela que os olhos humanos jamais viram" referindo-se à terra que Colombo baptizou de Colba ou Cuba. Colba era um grande Homem de Fé que foi mensageiro de Moisés à terra prometida de Canãn e que nas partilhas lhe coube o Monte de Hebron.
Colombo também falava em partilhas de terras, mas as partilhas de que falava não eram as águas do Jordão que as dividiam, mas sim as águas do Atlântico, onde a ocidente ficaria uma Terra de Fé, uma terra de Colba (Calebe). Um Novo Mundo, uma Nova Era - a do Espírito Santo.
Colombo, jamais será outro Santo António, embora os italianos o queiram…
Saudações fraternas
Zé Maria
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
Caros confrades
HOMILIA DE JOÃO PAULO II
RITO DE BEATIFICAÇÃO SOLENE DE 5 SERVOS DE DEUS
3 de Setembro de 2000
1. No contexto do Ano Jubilar, é com profundo júbilo que declaro beatos os Pontífices Pio IX e João XXIII, e outros três servidores do Evangelho no ministério e na vida consagrada: o Arcebispo de Génova Tomás Reggio, o sacerdote diocesano Guilherme José Chaminade, e o monge beneditino Columba Marmion.
Cinco personalidades diferentes, tendo cada uma delas uma fisionomia e missão, mas todas com uma característica comum, o anseio pela santidade. É precisamente a sua santidade que hoje reconhecemos: santidade que é relação profunda e transformadora com Deus, construída e vivida no empenho quotidiano de adesão à sua vontade. A santidade vive na história e nenhum santo é subtraído aos limites e condicionamentos próprios da nossa humanidade. Ao beatificar um filho seu a Igreja não celebra particulares opções históricas por ele realizadas, mas indica-o para que seja imitado e venerado pelas suas virtudes, em louvor da graça divina que nele resplandece.
Dirijo a minha deferente saudação às Delegações oficiais da Itália, França, Irlanda, Bélgica e Bulgária, que vieram aqui para esta solene circunstância. Saúdo também os familiares dos novos Beatos, juntamente com os Cardeais, os Bispos, as personalidades civis e religiosas que desejaram participar nesta celebração. Por fim, saúdo todos vós, queridos Irmãos e Irmãs, que viestes em grande número para prestar homenagem aos Servos de Deus que a Igreja hoje inscreve no Álbum dos Beatos.
2. Ao ouvir as palavras da aclamação ao Evangelho: "Senhor, guia-nos pela recta via", o pensamento dirige-se espontaneamente para as vicissitudes humana e religiosa do PAPA PIO IX, JOÃO MARIA MASTAI FERRETTI. Perante os acontecimentos turbulentos do seu tempo, ele foi exemplo de incondicionada adesão ao depósito imutável das VERDADES REVELADAS. Fiel em qualquer circunstância aos empenhos do seu ministério, soube dar sempre a primazia absoluta a Deus e aos valores espirituais. O seu longuíssimo pontificado não foi deveras fácil e teve que sofrer muito no cumprimento da sua missão ao serviço do Evangelho. Foi muito amado, mas também muito odiado e caluniado.
Mas precisamente no meio destes contrastes brilhou mais resplandecente a luz das suas virtudes: as prolongadas tribulações mitigaram a sua confiança na divina Providência, de cujo soberano domínio sobre as vicissitudes humanas ele jamais duvidou. Nascia aqui a profunda serenidade de Pio IX, mesmo no meio das incompreensões e dos ataques de tantas pessoas hostis. Gostava de dizer a quem lhe estava próximo: "nas coisas humanas é necessário contentar-se em fazer o melhor que se pode e no resto abandonar-se à Providência, que curará os defeitos e as insuficiências do homem".
Sustentado por esta convicção interior, ele convocou o Concílio Ecuménico Vaticano I, o qual esclareceu com magisterial autoridade algumas questões que naquele tempo eram debatidas, confirmando a harmonia entre fé e razão. Nos momentos de provações, Pio IX encontrou apoio em Maria, da qual era muito devoto. Ao proclamar o dogma da Imaculada Conceição, recordou a todos que nas tempestades da existência humana brilha na Virgem a luz de Cristo, mais forte que o pecado e a morte.
Saudações fraternas
Zé Maria
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
José Maria
"A divisão foi decidida por sorteio, entre as nove tribos e meia, como o Senhor tinha ordenado, pois Moisés já tinha dado herança ás duas tribos e meia, a leste do Jordão.
Os Levitas não receberam porção alguma da terra; receberam apenas as cidades onde viver, com pastagens para os seus rebanhos, porque o Senhor, o Deus de Israel é a sua Herança."
A nossa, anda por aí.
Em Castelos arruinados. Em prédios quinhentistas devolutos. Em Igrejas transformadas. Em Palácios e Conventos delapidados.
Mas existe um Padrão, em pedra, como os que os navegores erguiam à chegada a terras distantes.
Tem uma Cruz. E tem um Brazão.
Da Cruz e do Brazão, sei o significado.
Saberá o José Maria dizer-me como era a assinatura e o monograma?!
Saudações
Airmid
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
Caros confrades
Cristóvão Colombo esteve sempre no pensamento do Papa João Paulo II. Ele sabia perguntar para fazer despertar o Mundo:
"Quem sabia então da existência de outro grande continente a Oeste do Oceano Atlântico?"
"O descobrimento da América, que deu início a uma Nova Era na história da humanidade, constitui sem dúvida um elemento qualificante na avaliação do milénio que termina."
Cristóvão Colombo vencedor é um vencido!!!
O Sol está em pleno fastígio do seu explendor. É o mês de Maio; o mês da Primavera, o Tempo da Renovação do Mundo!!!
A Vitória da Vida sobre a Morte!!!
Dom Diogo, o Senhor das Ilhas do Atlântico, não morreu!!!
Dom Diogo não morreu, porque sabia da existencia de uma grande Ilha a Oeste do Oceano Atlântico!!!
Uma Ilha que ía de Pólo a Pólo, por isso foi a mais fácil de achar!!!
Saudações fraternas
Zé Maria
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
Cristóvão Colombo um vencedor vencido, até quando???
http://vimeo.com/21049802 (Para entender qual é o verdadeiro objectivo da consequência da entrada do FMI, é essencial ver este filme do primeiro ao último minuto.)
Primeiro caiu a Grécia, depois caiu a Irlanda, Portugal acabou de cair e a seguir será a Espanha, os E.U.A….Será o fim de uma Era que começou com a prisão e morte de Cristóvão Colombo!!!
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
São Cristóvão Colombo?!?!?!?!?!?
Sou recém chegado ao fórum, mas agora percebo porque ninguém lê e comenta estas monólogos. Lol
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
Caro confrade incógnito
Cristóvão Colombo disse para lhe porem o nome que quiserem e eu aqui chamei-lhe Santo, mas não se admire porque Victor Hugo já lhe chamou Cristo e Júlio Verne lhe chamou Deus!!!
Como é que você sabe que os outros não lêem??? São é mais sábios que você!!!
Ficam calados porque eles não aprendem nada com um ignorante!!!
Zé Maria
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
Exmo Senhor,
Acho que exagerou um pouco.
Primeiro, "você" são os cães... acho que o V. Exª não me conhece de lado nenhum para me tratar por "você".
Não me vou pôr a discutir as suas teorias da conspiração nem muito menos lhes chamarei hipoteses históricas. Não passam de delírios maçadores e repetitivos que já ninguém tem pachorra para ler e, consequentemente, para rebater. Á exaustão venceu a verdade!
Para mim, professor universitário de História com alguma experiência de investigação, as suas patranhas não passam de estórias dignas de um livro do Dan Brown.
Acho despropositada a utilização abusiva de textos pontifícios. Acha mesmo que o Papa João Paulo II comungava das suas ideias? Duvido, aliás tenho a certeza que não. As afirmações d V. Exª situam-se muito no âmbito das que se encontram por aí na net sobre conspirações maçónicas e eleições de anti-papas depois da morte de Pio XII. A canonização, então, é de rir. Desde quando se canoniza uma pessoa de quem se conhece tão pouco, e - seguindo o seu raciocínio - sobre quem tudo o que se diz é errado ou dúbio?
Mas deixe estar que, quando em cruzar aqui em Roma com o Prefeito da Congergação para as causas dos Santos, ^colo-lhe-ei essa questão. Mas como por aí abundam fenómenos tipo "santa da ladeira", já nada me espanta.
Obrigado por partilhar connosco a verdade absoluta. V. Exª ofusca-nos com a límpida luz da verdade, que cega o comum dos mortais.
Por mim, assunto e participação definitivamente encerrado.
Cumprimentos,
Para si,
Dr. MJ Figueiredo
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
Caro Dr. MJ Figueiredo
Eu não sou Dr. e muito menos em Roma. Eu sou da Terra onde os Cães Raivosos, pessoas ou bestas ao entrarem nela ficam logo mansos!!!
Não sou de Roma, mas sim de Terra de Romanos e Romanas, e nunca ouvi chamar a um cão "Você Raivoso" e por lá passaram milhares de cães raivosos, supostamente o senhor Dr. não falará português!!!
Já houve muitos Doutores que escreveram sobre os Cães Danados (Raivosos) da minha Terra, mas nunca lá encontrei "Você", o último foi um Dr. que mais gostava de pastar ovelhas que guiar homens o que fez com que um dia escrevesse:
Ia jurar que o Romana, já relativamente avançado em anos, morreu na ignorância do que fosse o medo – a não ser medo dos cães danados. Tremia só de pensar que havia de raivar-se uma cabeça do seu rebanho e como sabia, por ouvir dizer, que os lobos também se danam, como os cães, Para o Romana era coisa certa, porque era coisa perfeitamente averiguada, que uma pessoa ou animal qualquer atacado por raiva, se conseguisse chegar ao pé do Calvário, ficava logo radicalmente curada; mas a maior parte das vezes o raivoso, animal ou pessoa, assim que chegava à vista do Calvário, rebentava com estrondo...
Eu sou da Terra que não é preciso ser professor universitário para saber que foi lá a Origem de Portugal que teve como base da sua fundação, o Homem e não o Dinheiro!!!
O Homem à imagem de Cristo e não dos 30 Dinheiros!!!
Não se incomode em interceder ai em Roma junto do Prefeito da Congregação para as causas dos Santos, o Sr. Doutor como Professor Universitário de História preocupe-se sim em encontrar a minha Terra, onde nasceu Portugal.
Porque a Luz da minha Terra não ofuscou D. Afonso Henriques, Portugal teve uma Fundação Santa, e daqui saiu o Homem para combater a "RÁBIA" no Mundo!!!
Dispensemos Roma, só assim partilharemos a VERDADE ABSOLUTA!!!
Os meus melhores cumprimentos
Zé Maria
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
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Eu bem queria depois de ter já trabalhado 40 anos faço todos os anos exames médicos e psicotécnicos e no fim uma entrevista com um psicólogo. Resultado: todos me dão apto para trabalhar até ao 65!!!
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
Caro Dr. MJ Figueiredo
Porque a Luz da minha Terra não ofuscou D. Afonso Henriques, Portugal teve uma Fundação Santa, e daqui saiu o Homem para combater a "RÁBIA" no Mundo!!!
"Você” é um cão!!!???
Já tinha ouvido chamar muita coisa aos cães agora “você” é que não!!!
No tempo de D. Afonso Henriques chamavam-lhe perros ou molossos!!!
Molossos por terem antes feito parte dos exércitos de Roma, e de serem lançados contra os Cristãos nas arenas, mas sobretudo na luta contra Touros!!!
Molosso, um cão raivoso contaminado pela Loba de Roma!!!
Touros que lutavam contra Roma, ou não tivessem também os sanmitas lutado contra Roma e cunhado moeda onde no reverso um Touro atacava a Loba enraivecida!!!
Cães e Lobos enraivecidos!!!
Na Hispânia também os Lusitanos lutaram como Touros contra Roma e no seu escudo tinham a Serpente, que se confundia com o Touro dos Sanmitas, porque Lusitanos e Samnitas eram pastores e faziam transumancia do seu gado, os primeiros entre os Montes Hermínios e o Campo de Ourique e os segundo entre os Apeninos e a Campania!!!
Dos primeiros foi seu chefe Viriato que foi assassinado durante o sono, por três emissários (Audax, Ditalco e Minuro) que foram enviados por Roma negociar a paz. No entanto,após o assassinato reclamando o prémio prometido, o procônsul Servílio Cipião ordenou a sua execução, tendo ficado os três expostos em praça pública com os dizeres "Roma não paga a traidores", dos segundos foi seu chefe Pôncio Pilatos que para não trair Cristo, traiu Roma pagando os 30 Dinheiros!!!
Lusitanos e Sanmitas irmanados na mesma luta contra Roma!!!
Também D. Afonso Henrique desceu ao Campo de Ourique para lutar como um Touro contra os cães “perros” mouros enraivecidos, porque ele sabia que alí teria a protecção de um Santo Ermitão que sempre lutou contra a Raiva dos Cães!!!
Cinco Reis Mouros são os inimigos,
Dos quais o principal Ismar se chama,
Todos experimentados nos perigos
Da guerra, onde se alcança a ilustre fama.
Seguem guerreiras Damas seus amigos,
Imitando a formosa e forte Dama,
De quem tanto os Troianos se ajudaram,
E as que o Termodonte já gostaram.
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A matutina luz, serena e fria,
As Estrelas do Pólo já apartava,
Quando na Cruz o Filho de Maria,
Amostrando-se a Afonso, o animava.
Ele adorando quem lhe aparecia,
Na Fé todo inflamado assim gritava:
Aos infiéis Senhor, aos infiéis,
E não a mim, que creio o que podeis.
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Com tal milagre os ânimos da gente
Portuguesa, inflamados, levantavam,
Por seu Rei natural este excelente
Príncipe, que do peito tanto amavam.
E diante do exército potente,
Dos imigos, gritando o céu tocavam,
Dizendo em alta voz, real, real,
Por Afonso alto Rei de Portugal.
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Qual cos gritos e vozes incitado,
Pela montanha o RÁBIDO MOLOSSO,
Contra o TOURO remete, que fiado
Na força está do corno temeroso,
Ora pega na orelha, ora no lado,
Latindo mais ligeiro que forçoso,
Até que, enfim, rompendo-lhe a garganta,
Do bravo a força horrenda se quebranta.
(Mas neste momento vem em socorro de D. Afonso Henriques, o Santo Ermitão advogado contra os cães raivosos e Salvou, o Touro, das garras do molosso que já lhe sufocava a garganta!!!)
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Tal do Rei novo o estômago acendido
Por Deus e pelo povo juntamente,
O bárbaro comete apercebido,
Co animoso exército rompente.
Levantam nisto os PERROS o alarido
Dos gritos, tocam a arma, ferve a gente,
As lanças e arcos tomam, tubas soam,
Instrumentos de guerra tudo atroam.
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Bem como quando a flama, que ateada
Foi nos áridos campos (assoprando
O sibilante Bóreas), animada
Co vento, o seco mato vai queimando.
A pastoral companha, que deitada,(acabada a época pastoril, no Campo de Ourique, era tempo de voltar aos Hermínios)
Co doce sono estava, despertando,
Ao estridor do fogo que se ateia,
Recolhe o fato(Rebanho) e foge para a aldeia.
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Desta arte o mouro atónito e turvado,
Toma sem tento as armas mui depressa,
Não foge, mas espera confiado,
E o ginete belígero arremessa.
O Português o encontra denodado,
Pelos peitos as lanças lhe atravessa.
Uns caem meios mortos, e outros vão
A ajuda convocando do Alcorão.
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Ali se vêem encontros temerosos,
Para se desfazer uma alta serra,
E os animais correndo furiosos,
Que Neptuno amostrou, ferindo a terra,
Golpes se dão medonhos e forçosos,
Por toda a parte andava acesa a guerra,
Mas o de Luso, arnês, couraça e malha,
Rompe, corta, desfaz, abola e talha.
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Cabeças pelo campo vão saltando,
Braços, pernas, sem dono e sem sentido,
E doutros as entranhas palpitando,
Pálida a cor, o gesto amortecido.
Já perde o campo o exército nefando,
Correm rios do sangue desparzido
Com que também do campo a cor se perde
Tornado carmesim, de branco e verde.
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Já fica vencedor o Lusitano,
Recolhendo os troféus e presa rica,
Desbaratado e roto o Mauro Hispano,
Três dias o grão Rei no campo fica.
Aqui pinta no branco escudo ufano,
Que agora esta vitória certifica.
Cinco escudos azuis esclarecidos,
Em sinal destes cinco Reis vencidos.
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E nestes cinco escudos pinta os trinta
Dinheiros por que Deus fora vendido,
Escrevendo a memória em vária tinta,
Daquele de quem foi favorecido.
Em cada um dos cinco, cinco pinta,
Porque assim fica o número cumprido:
Contando duas vezes o do meio,
Dos cinco azuis que em Cruz pintando veio.
E tal como D. Afonso Henriques lutou contra Raiva na sua grande Vitória no Campo de Ourique, também o grande Rei profetizou que de sua linhagem sairia um Imperador que lutaria contra a Raiva em todo o Mundo!!!
E não é que no ano de 1484 partiu de Portugal um homem que ninguém sabe ao certo quem foi e que foi albergar-se no Convento da Rábida ou seja no Convento da Raiva, uma vez que a etimologia para palavra castelhana RÁBIA deriva do latim Rabidus, Rábida!!!
Esse Homem Saído de Portugal chamava-se Cristóvão Colombo!!!
Foi esse Homem saído de Portugal que tocou na Alma do Papa João Paulo II!!!
Deixo-lhe finalmente dois apelos.
1-) Como Doutor aí em Roma quando se cruzar com o Prefeito da Congregação para as causas dos Santos, agradecia que lhe lembrasse o Santo Ermitão do Campo de Ourique que deu forças a D. Afonso Henriques para lutar como um Touro contra a Raiva, porque este Santo Lusitano ficou esquecido da Igreja de Roma, mas não na Alma Portuguesa!!!
2-) Ao senhor Doutor, como professor universitário de História, agradecia que investigasse qual foi a Terra em Portugal onde nasceu Portugal, talvez aí encontrasse uma grande causa para um historiador como "você" com alguma experiencia em investigação!!!
É que Cristóvão Colombo além de ser natural da Terra do Touro, baptizou novas terras com o nome do Animal, porque Ele sempre lutou contra "PERROS" e a enraivecida Loba de Roma!!!
Saudações enraivecidas (porque eu ainda não me fui tratar)
Zé Maria
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RE: Colombo-Reconsiderar a História
Caros confrades
http://www.flickr.com/photos/samuel_santos/4789944632/
A tradição árabe dos Omíadas, ascendentes de D. Afonso Henriques, mantém que a cabeça de João foi enterrada na Mesquita dos Omíadas, em Damasco. E onde foi enterrado D. Diogo, Duque de Viseu e Beja, irmão da Rainha D. Leonor e do Rei D. Manuel, apunhalado pelo Rei D. João II, na noite de 28 para 29 de Agosto de 1484???
Saudações finais
Zé Maria
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